La devastadora explosión que se registró la semana pasada en Beirut acabó con la vida de cerca de 200 personas, significando un cambio para siempre para muchas familias libanesas.
Un equipo de RT habló con Souha, una vecina de la capital del Líbano a quien la tragedia tocó de cerca, para conocer su historia. Su esposo Jihad falleció el día de la explosión en presencia de su pequeña hija, que recibía tratamiento contra el cáncer en un hospital.
El fallecido no debía estar en Libano, ya que trabajaba en Nigeria, pero cuando se enteró del diagnóstico de su hija se apresuró para volver al país. Debido a la pandemia, se le negó la entrada y no fue hasta después de dar negativo en varias pruebas PCR cuando finalmente obtuvo el permiso.
Regreso fatídico
«Los cristales del edificio de enfrente se rompieron, escuché un fuerte sonido y me agaché», recuerda Souha. Y continúa: «No vi si él cayó, no vi a mi hija, no vi nada. Toqué la cabeza de mi marido y estaba aplastada. No estaba segura si él seguía con vida. Vi su alma abandonar su cuerpo, lo vi pero no me rendí, quería trasladarlo a otro hospital».
Jihad falleció ante los ojos de su hija y su mujer en esa misma habitación. En palabras de Souha, la niña hasta hoy se niega a creer en su muerte.
Luto y dolor
«Ella dice que su padre la escucha, la oye. No soy capaz, no puedo dar más detalles. Porque me está matando por dentro», confiesa la mujer.
Todas las noches Gema sigue soñando con su padre y cuando se despierta se lo cuenta a su madre.
«Me dibujó un círculo y lo pintó de rojo. Supe que es la cara de su padre y estaba cubierta de sangre», relata la viuda de Jihad.
Camino de lucha
Para Souha, la enorme casa ya no tiene sentido, asegura. Y explica que la asusta cada vez que anochece y el silencio se apodera del lugar.
«¿Cómo se supone que he de poner mi cabeza en la almohada en esta habitación cuando sé que él nunca más estará cerca de mí?», se pregunta la mujer. Y añade: «Estaba esperando que me diera un abrazo para sentirme segura, ¿que diré a mis hijos cuando entren y noten el olor de su ropa? Mi hijo ya me pidió que no la tocara».
Ahora lo único que puede hacer, dice, es regalar la mejor vida posible a sus hijos y estar cada instante con su hija, quien apenas emprende un duro camino en la lucha contra el cáncer.
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