Una investigación publicada en Proceedings of the Royal Society B reveló el verdadero origen de un fragmento de hueso hallado en Alaska que durante 20 años se creyó que era de un oso. En realidad, perteneció a un perro domesticado de los más antiguos en llegar a América, hace unos 10.150 años.
El pequeño fragmento de fémur fue hallado en el yacimiento de Lawye’s Cave, en el canal de Blake, en el sudeste de la costa de Alaska. Identificado como PP-00128, fue sometido a un análisis genético que también proporcionó información sobre las rutas tomadas por los humanos y los perros luego de llegar a América desde Siberia a través del estrecho de Bering.
An Ancient Dog Bone Could Be Evidence of the Route Humans Took to North America pic.twitter.com/llAFQmuCoG
— Lisa Stoddart (@LisseeJ) February 24, 2021
Además de confirmar que no había pertenecido a un oso, el estudio permitió recuperar su ADN mitocondrial, una fracción del genoma que es heredado solamente del linaje materno. A través de él se logró estimar que se separó de los lobos siberianos hace más de 16.700 años, cuando los humanos podrían haber hecho su recorrido hacia América del Norte. No obstante, especialistas que no participaron del estudio sostienen que esa época podría no coincidir con el momento de la división genética.
La dieta
El análisis genético de PP-00128 también permitió a los especialistas conocer de qué se alimentaba el can y concluyeron que su dieta consistía en carne de foca y de ballena y pescado. Estiman que se trataba de sobras de la comida de los humanos.
Sin embargo, los análisis no arrojaron luz sobre cómo podrían haber sido esos animales. «Cabría esperar que el perro hubiera sido conductualmente similar a nuestros perros, que se adaptara bien a entornos fríos y probablemente participara en la caza, transportara cargas y tirara de trineos», expresó Robert Losey, arqueólogo de la Universidad de Alberta (Canadá) especializado en la relación entre humanos y animales, que no participó del estudio.
En ese sentido, Angela Perri, arqueóloga de la Universidad de Durham (Reino Unido), considera que «no hay ningún animal que tenga la relación que tienen los perros con los humanos». «La historia de los perros es la historia de los humanos», afirmó y agregó que «los más cercanos» a aquellos primeros canes «serían un husky siberiano o alaskeño, un malamute o un perro de Groenlandia».
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