Monseñor Jaime Abril, Obispo de la Diócesis de Arauca, envió un mensaje este domingo 16 de enero sobre lo que él mismo llama «la reactivación directa de la confrontación armada entre los grupos insurgentes presentes en la región de Arauca».
Para el prelado este conflicto armado «lamentablemente ha ido dejando una estela de víctimas y sufrimientos particularmente en la población civil».
Denunció asesinatos selectivos sobre todo de jóvenes
Agregó que esta difícil situación conlleva «a un agravamiento de la crisis humanitaria y social con hechos muy tristes y dolorosos como asesinatos selectivos sobre todo de jóvenes, desplazamiento forzado de familias completas y personas particulares, especialmente de las zonas rurales».
El Obispo de esta zona fronteriza del lado colombiano también remarcó en su pronunciamiento que son preocupantes «las amenazas a líderes y lideresas, atentados con explosivos, quema de vehículos y de objetos personales, limitación de movilidad, que han ido generando un creciente ambiente de miedo y zozobra en Arauca y parte de Boyacá».
La primera sacrificada es la verdad
Abril alertó que «lamentablemente constatamos que en situaciones como esta que vivimos la primera sacrificada sea la verdad. Se ha conocido por redes sociales un sinnúmero de comunicados, videos y grabaciones de muchos de los cuales no se tiene certeza de su autenticidad».
Cuestión que, a su juicio, ha generado en la mayoría de la población civil incertidumbre, angustia y temor.
Ante este panorama desolador y sumamente complejo, el Obispo de Arauca reiteró su cercanía y solidaridad «con toda la población más afectada así como invitarlos a a no desanimarse y por el contrario, a crecer en la esperanza de que todo puede ser mejor en El Señor».
Dijo además que en estos momentos cruciales es importante «ratificar que la vida es sagrada, es un don precioso recibido de Dios y que a nadie le está permitido arrebatar a otro».
Exigencias a las partes en conflicto
Exigió a las partes involucradas en el conflicto dejar por fuera a la población civil de las confrontaciones y hostilidades y que se aplique en todo el derecho internacional humanitario.
A los actores directos del conflicto les solicitó pasar de la recriminación mutua a una «reflexión propia, al análisis sereno de los acontecimientos, al afrontar la verdad y clarificar los hechos».
Igualmente les demandó «parar el creciente torbellino de asesinatos, actos violentos y amenazas, a colocar en primer lugar el bien de esa población civil que tanto dicen representar y defender, especialmente de los más débiles de nuestra sociedad. Y a darse la oportunidad del encuentro para el diálogo directo».
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