Vladimir Putin no será recordado como el presidente que transformó Rusia y la colocó en lo más alto de su historia. Por el contrario: pasará a la historia como el hombre que cometió crímenes de guerra durante la invasión que ordenó perpetrar en Ucrania el pasado 24 de febrero para tomar el país, cambiar su presidente y quedarse con una gran porción de sus recursos naturales con los que seguir extorsionando el mundo. Eso es lo que plantean la mayoría de los analistas internacionales. Pero, sin embargo, ¿cómo se lo puede sentar al jefe de estado ruso frente a un tribunal internacional?
The Economist plantea tras delitos que podrían colocarlo frente a jueces en La Haya, recordando lo que fueron los juicios contra los jerarcas nazis luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial.Las pruebas del campo de batalla confirman que los rusos han cometido al menos tres tipos de delitos en la guerra”, señala la revista.
“Los primeros son los crímenes de guerra”, remarca la publicación que señala que estos están bien determinados en la jurisdicción internacional. “Las Convenciones de Ginebra, que Rusia ha firmado, definen los crímenes de guerra como el asesinato intencionado, el causar deliberadamente grandes sufrimientos, el atacar deliberadamente a civiles y el destruir o apropiarse de propiedades. Las ejecuciones sumarias en Bucha serían crímenes de guerra. También lo sería el bombardeo del teatro de Mariupol, que era el mayor refugio antiaéreo de la ciudad y tenía la palabra rusa ‘niños’ escrita en letras lo suficientemente grandes como para ser vistas desde el cielo. Las Convenciones de Ginebra determinan cuáles son las obligaciones legales internacionales en todas las acciones militares. No importa que Rusia no haya declarado formalmente la guerra en Ucrania”.
Vladimir Putin no será recordado como el presidente que transformó Rusia y la colocó en lo más alto de su historia. Por el contrario: pasará a la historia como el hombre que cometió crímenes de guerra durante la invasión que ordenó perpetrar en Ucrania el pasado 24 de febrero para tomar el país, cambiar su presidente y quedarse con una gran porción de sus recursos naturales con los que seguir extorsionando el mundo. Eso es lo que plantean la mayoría de los analistas internacionales. Pero, sin embargo, ¿cómo se lo puede sentar al jefe de estado ruso frente a un tribunal internacional?
The Economist plantea tras delitos que podrían colocarlo frente a jueces en La Haya, recordando lo que fueron los juicios contra los jerarcas nazis luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. “Las pruebas del campo de batalla confirman que los rusos han cometido al menos tres tipos de delitos en la guerra”, señala la revista.
“Los primeros son los crímenes de guerra”, remarca la publicación que señala que estos están bien determinados en la jurisdicción internacional. “Las Convenciones de Ginebra, que Rusia ha firmado, definen los crímenes de guerra como el asesinato intencionado, el causar deliberadamente grandes sufrimientos, el atacar deliberadamente a civiles y el destruir o apropiarse de propiedades. Las ejecuciones sumarias en Bucha serían crímenes de guerra. También lo sería el bombardeo del teatro de Mariupol, que era el mayor refugio antiaéreo de la ciudad y tenía la palabra rusa ‘niños’ escrita en letras lo suficientemente grandes como para ser vistas desde el cielo. Las Convenciones de Ginebra determinan cuáles son las obligaciones legales internacionales en todas las acciones militares. No importa que Rusia no haya declarado formalmente la guerra en Ucrania”.
En segundo lugar, enumera The Economist, la invasión ordenada por Putin hace 41 días constituye en sí un crimen más allá de los métodos utilizados. Es un crimen de agresión. Esto se explica en los estatutos de la Corte Penal Internacional (CPI), que juzga a las personas por acciones en virtud del derecho internacional. El CPI define la agresión como la invasión, la ocupación militar, la anexión de tierras, el bombardeo y el bloqueo de puertos”.
En tercer lugar, «>la magnitud de las acciones rusas en torno a Kiev (y en otros lugares) sugiere claramente que Rusia es culpable de crímenes contra la humanidad. La CPI define esto como la participación y el conocimiento de ‘un ataque generalizado o sistemático dirigido contra cualquier población civil’. Miles de ucranianos han sido asesinados y más de 4 millones han sido expulsados al extranjero”.
Sin embargo, la publicación ve difícil que esto pudiera ocurrir dado que Moscú se rechazará sistemáticamente no sólo las acusaciones sino la jurisdicción de los tribunales internacional. Incluso si Putin fuera expulsado del poder, su sucesor podría decidir continuar protegiéndolo para evitar la justicia internacional. Tampoco podría obligarlo los estatutos de las Naciones Unidas donde Rusia tiene poder de veto. “Los procedimientos judiciales continuarán y es probable que supongan un nuevo revés para el caso legal y la posición diplomática de Rusia. Mientras tanto, los aliados de Ucrania tendrán que encontrar otros medios para aumentar la presión sobre Putin. Entre ellos, más sanciones y más armas letales para Ucrania”, señala el medio.
“Incluso antes de los horrores revelados por la retirada de Rusia de Kiev, los aliados de la OTAN habían comenzado a ofrecer armas más pesadas. El New York Times informó el 1 de abril que la administración Biden planeaba transferir tanques T-72 de fabricación soviética para reforzar las fuerzas ucranianas en la región de Donbas. Estos serían los primeros tanques proporcionados a Ucrania por Estados Unidos, que anteriormente había insistido en que su ayuda militar era puramente defensiva. El 16 de marzo, Gran Bretaña comenzó a proporcionar a los ucranianos su avanzado misil antiaéreo Starstreak; el 1 de abril, un vídeo mostraba cómo un Starstreak aparentemente derribaba un helicóptero ruso. Es probable que pronto se ofrezca otro armamento avanzado. Así como otra ronda de sanciones, la quinta en total”, señaló The Economist.
Horror en Bucha
Rusia negó que sus soldados hayan ejecutado a civiles antes de su retirada en Bucha, y hoy mismo su embajador ante la ONU, Vasili Nebenzia, aseguró que sus soldados abandonaron esa ciudad y solo días después aparecieron los cadáveres en las calles. “Fue un montaje”, dijo en una rueda de prensa. Sin embargo, imágenes satelitales publicadas por el diario The New York Times contradicen la versión rusa de la matanza en Bucha, ciudad ucraniana donde este fin de semana aparecieron decenas de cadáveres de civiles, algunos maniatados o en fosas comunes.
En ellas queda en evidencia que los cuerpos que pueden verse desparramados en las calles estaban hace más de una semana, tiempo en que las tropas invasoras de Putin aún permanecían en Bucha.
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