El teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, derrocado el pasado viernes por un golpe de Estado como líder de la junta militar que dirigía Burkina Faso, presentó este domingo su dimisión como presidente de transición, informaron líderes religiosos que mediaron entre el depuesto mandatario y los golpistas.
EFE
«Nuestro querido país Burkina Faso vive momentos de incertidumbre. En estos tiempos difíciles en los que existe el riesgo de una escalada con consecuencias dramáticas, las comunidades religiosas y consuetudinarias han sido llamadas a mediar entre los beligerantes», afirmaron los mediadores en un comunicado.
«Tras las acciones de mediación realizadas por dichas comunidades, el propio presidente Paul-Henri Sandaogo Damiba propuso su dimisión para evitar enfrentamientos con graves consecuencias humanas y materiales», subrayaron.
Damiba, reemplazado como hombre fuerte del país por el líder de los golpistas, capitán Ibrahim Traoré, fijó siete condiciones para presentar su dimisión.
Entre los requisitos más destacados figuran la «búsqueda de la reconciliación nacional», la continuación de las «actividades operativas sobre el terreno» (aparente referencia a la lucha antiterrorista) y el «cumplimiento de los compromisos adquiridos» con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).
La CEDEAO afirmó este domingo que sigue con «gran preocupación» el golpe de Estado y que «reafirma su adhesión al calendario adoptado por la cumbre (del bloque regional) del 3 de julio de 2022, que prevé el retorno al orden constitucional a más tardar el 1 julio de 2024».
El teniente coronel también exigió «la garantía de su seguridad y sus derechos, así como los de sus colaboradores».
El capitán Traoré «aceptó estas siete condiciones», agregaron los mediadores, que instaron a la población a «la calma, la moderación y la oración» por Burkina Faso.
El depuesto presidente, a quien los golpistas acusaron de incumplir su promesa de atajar el terrorismo yihadista que sacude al país, había pedido este sábado a los golpistas «entrar en razón para evitar una guerra fratricida».
Los sublevados tomaron la víspera posiciones estratégicas en Uagadugú, como precaución ante un posible despliegue de uniformados todavía leales a Damiba, y dispararon tiros de advertencia en el centro de la urbe para dispersar a la población.
En un mensaje dirigido el viernes por la noche a la nación, los golpistas acusaron a Damiba de incumplir el ideal del Movimiento Patriótico de Salvaguarda y Restauración (MPSR), nombre de la junta que tomó el poder en el golpe del pasado 24 de enero, por no acabar con la inseguridad causada por los grupos yihadistas.
Burkina Faso sufre frecuentes atentados yihadistas desde abril de 2015, cometidos por grupos ligados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico, cuyas acciones afectan especialmente al norte del país.
En noviembre de 2021, un ataque contra un puesto de la Gendarmería causó 53 muertos -49 gendarmes y 4 civiles-, lo que generó un gran descontento social que se tradujo en fuertes protestas para exigir la dimisión del presidente burkinés, Roch Marc Christian Kaboré.
Unos meses después, el 24 de enero, los militares liderados por Damiba tomaron el poder en un golpe de Estado -el cuarto en África occidental desde agosto de 2020- y depusieron al presidente.
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