El presidente Joe Biden dijo el martes que la situación de la inmigración en Estados Unidos será «caótica por un tiempo» cuando expiren las restricciones de la era covid a finales de esta semana.
Por AFP
«Está por verse. Será caótico por un tiempo», respondió Biden a periodistas cuando le preguntaron si Washington está preparada para un aumento del flujo de personas que entran desde México, cuando la noche del jueves expiren las normas conocidas como «Titulo 42».
Horas antes habló con su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador sobre las consecuencias del levantamiento de esa norma.
Ambos presidentes tienen que coordinarse porque una vez que se levante la norma sanitaria se usará exclusivamente el Título 8, el cual permite solicitar asilo siempre que la persona pueda convencer de que será perseguida o torturada si regresa a su país, pero también autoriza la deportación acelerada de los demás.
Y una parte de los expulsados acabarán en México.
«Discutieron la estrecha coordinación continua entre las autoridades fronterizas y las fuertes medidas de aplicación de la ley», en previsión del Título 8, cuyas consecuencias son «más graves» porque castiga con cinco años de prohibición de entrada a los deportados, afirmó la Casa Blanca en un comunicado.
Un previsible aumento de migrantes dejaría todavía más al descubierto las profundas divisiones en Estados Unidos, país fundado sobre promesas de seguridad y refugio, pero donde la preocupación por la inmigración ilegal hace incierta su bienvenida.
Muchos de los que tratan de escapar de las crisis económicas y políticas en sus países ya han cruzado la frontera. Frustrados por la falta de opciones legales, algunos se colaron a lo largo de los 3.100 kilómetros que separan al país más rico del mundo de su vecino del sur.
Las ciudades tejanas de El Paso, Brownsville y Laredo han declarado el estado de emergencia y lidian como pueden con cientos de personas, la mayoría de América Latina, y otras de China, Rusia y Turquía.
En El Paso algunos migrantes duermen en las calles, se cubren del sol con sábanas o descansan sobre cartones. Niños mugrientos piden limosnas.
El alcalde de la ciudad, Oscar Leeser, advirtió que sus oficiales se preparan para la llegada de muchos más el viernes.
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