El presidente de Estados Unidos está intentando movilizar a los líderes de su partido para que le ayuden a paralizar el recuento e invalidar los votos escrutados tras la noche electoral, con la intención de permanecer en la Casa Blanca, algo que en este momento se le antoja complicado. Desde su residencia, Donald Trump ha estado efectuando llamadas a gobernadores, diputados y senadores con la intención de que sea el partido, y no sólo él y su familia, quienes denuncien el fraude.
La Casa Blanca estaba en calma esta mañana. Los obreros ya están construyendo entre la puerta delantera las tarimas para los desfiles el día de la inauguración del nuevo mandato en enero. El presidente no tenía nada en la agenda por tercer día consecutivo, aunque desde la noche electoral se ha dirigido dos veces a la nación, sin tomar preguntas, para denunciar un fraude y anunciar demandas.
Han sido los hijos del presidente, Donald Jr. y Eric, quienes más han presionado a los republicanos para que salgan a la defensa de su padre.
«¡Dónde están los republicanos! Hay que ser firmes. Luchad contra este fraude. Nuestros votantes nunca olvidarán si os comportáis como borregos!», dijo Eric en Twitter. «La total falta de acción de prácticamente todos los precandidatos al Partido Republicano en 2024 es bastante sorprendente. Tienen una plataforma perfecta para demostrar a que están dispuestos y que son capaces de luchar, pero se acobardarán ante la mafia de los medios», dijo Don, su hijo menor. Algo similar dijo el abogado personal del presidente, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani.
En general, el Partido Republicano ha mantenido silencio. Los más estrechos colaboradores del presidente sí han salido en su defensa, sobre todo el senador Lindsey Graham y el líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. La actual presidenta del Partido Republicano, Rona McDaniel, ha dicho que «los demócratas han manipulado estas elecciones».
Una de las principales aspirantes a la presidencia en 2024, la exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora ante la ONU Nicki Haley, dijo el jueves: «Todos tenemos una deuda con Donald Trump por su liderazgo en las victorias conservadoras del Senado, la Cámara y las legislaturas estatales. Él y el pueblo estadounidense merecen transparencia y equidad a medida que se cuentan los votos. Debe cumplirse la ley. Tenemos que mantener la fe en que prevalecerá la verdad».
Marco Rubio: «Cuenten cada voto»
Era lo más lejos a lo que fue un republicano que no sea del círculo más cercano al presidente. Hasta Marco Rubio, influyente senador por Florida, hizo una declaración llena de matices: «La fe en nuestra elección es tan importante como el resultado. Preservarlo requiere no permitir que los medios de comunicación o un candidato decidan el resultado. Cuenten de forma transparente cada voto emitido legalmente y permitan que los tribunales decidan las denuncias de irregularidades o fraude basándose en pruebas».
Otros republicanos apenas escondieron su preocupación, cuando no enfado, por las denuncias de Trump y su familia. El senador republicano Mitt Romney, muy crítico con el presidente, dijo, sin ambages: «Contra todos los votos es lo que sucede en una democracia».
El también senador republicano Pat Toomey dijo en una entrevista en un programa matutino de la NBC que le alarma la estrategia del presidente. «Mire, vi el discurso del presidente anoche, y fue muy difícil de ver. Las acusaciones del presidente de fraude a gran escala y robo de las elecciones simplemente no están fundamentadas. No tengo conocimiento de ningún delito significativo aquí», dijo Toomey, que representa a Pensilvania, uno de los estados más disputados, en el Capitolio.
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