Ellas no han sido una excepción. El confinamiento impuesto por la pandemia vació las calles de la capital y borró a las prostitutas del mapa. Solo con la llegada, el 25 de mayo, de la fase 1, que estableció franjas horarias para permitir los paseos de los adultos, empezaron una tímida salida. El salto a la fase 2, el pasado lunes, ha consentido que el aparato del sexo a cambio de dinero se haya retomado como antaño en la ciudad.
Por ABC
En pleno centro de la capital, las fachadas de la afamada calle de la Montera vuelven a tener huéspedes. Todas llevan mascarilla. Una joven fuma un cigarrillo en la perpendicular vía de Caballero de Gracia, antes de internarse en un portal cercano. Otra mujer asedia a un hombre, que pasea con un caminador y, tras unos minutos de charla, decide continuar su curso. Dos brasileñas recorren la calle del Desengaño, detrás de Gran Vía, desde hace cuatro días. «Tenemos miedo al virus, pero también somos muy pobres, necesitamos comer», explica una de ellas, con marcado acento y labios carmín. No obstante, el temor al patógeno sí parece afectar a sus compradores: «No hay clientes, está muy difícil», asegura.
«¿Vamos?», articulan los labios de una mujer, en la calle de las Carretas, pero un joven declina la oferta: «No, gracias». Cerca de ambos, una rumana de 61 años espera paciente en un banco de la plaza de Jacinto Benavente, donde campan casi una decena de prostitutas. Está en Madrid esperando a obtener la filiación de su nieto, en un centro de acogida desde hace tres años, para llevarlo de vuelta a su país. «Yo vengo aquí a ganar 20, 30, 40 euros», cuenta. Paga 3 euros por una habitación en la misma plaza, adonde lleva a sus clientes. Sin embargo, no ha tenido suerte. «Llevo desde las 11 de la mañana, y nada», afirma, cuatro horas después, antes de marcharse. Desde que ha vuelto a pisar las calles, las pocas visitas han sido de antiguos conocidos. «Soy mayor», añade, como si eso explicara todo.
La Policía Municipal es consciente de su retorno. Al comienzo de la semana pasada, el Cuerpo local estableció un dispositivo con la Policía Nacional para evitar que la situación escapase a su control. Dado que la prostitución baila en un limbo legal, las denuncias solo se producen por incumplimiento del estado de alarma y por desobediencia a la autoridad. Y no solo en el centro de la capital: la actividad ha regresado con fuerza al polígono industrial de la Colonia Marconi, donde la Unidad Integral de Distrito de Villaverde ha reportado más movimientos desde el pasado fin de semana.
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