El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, anunció hoy que se mantendrán durante dos semanas más las restricciones impuestas para frenar la tercera ola de covid-19, impulsada por la altamente contagiosa variante delta de la India.
EFE
En un mensaje dirigido a la nación, Ramaphosa afirmó que la «prioridad» sigue siendo «romper la cadena de transmisión» del virus «limitando el contacto social» porque, «tal como están las cosas ahora, las infecciones siguen siendo extremadamente altas».
«Nuestro sistema de salud en todo el país sigue bajo presión. Para la próxima semana, es probable que las admisiones hospitalarias diarias en todo el país alcancen los niveles observados durante el máximo de las dos primeras oleadas», advirtió el presidente.
Asimismo, el jefe del Estado subrayó que «las muertes relacionadas con la covid-19 en los hospitales también están aumentando y han superado las observadas en el máximo de la primera ola».
Así pues, Sudáfrica, epicentro de la covid-19 en el continente africano, seguirá aplicando en las próximas dos semanas las medidas anunciadas el pasado 27 de junio, cuando se impuso el «nivel 4» de alerta -inédito desde mayo de 2020- en una escala de cinco grados en la que el «nivel 5» implica las restricciones más drásticas.
Ramaphosa decretó entonces la prohibición de todas las reuniones, ya sea en interiores o exteriores, y el adelanto a las 21:00 hora local (19:00 GMT) del inicio del toque de queda, que dura hasta las 04:00 hora local (02:00 GMT) del día siguiente.
Asimismo, los establecimientos no esenciales, como restaurantes, bares o gimnasios, deben cerrar a las 20:00 hora local (18:00 GMT).
También sigue prohibida la venta de alcohol, y las escuelas y otras instituciones educativas continuarán cerradas.
Según las autoridades, estas medidas buscan permitir la mayor cantidad de actividad económica posible, mientras se contiene la propagación del coronavirus.
Hasta la fecha, Sudáfrica ha contabilizado cerca de 2,2 millones de casos, de los que casi 64.300 han resultado en fallecimientos.
La zona con diferencia más afectada sigue siendo la provincia de Gauteng -donde están Johannesburgo y Pretoria-, al concentrar la mayoría de los contagios y una gran presión de atención hospitalaria.
La variante delta está alentando la tercera ola e incluso desplazando a la variante beta, originada en Sudáfrica y que a su vez había borrado prácticamente la presencia de las versiones previas del coronavirus.
Ante ese panorama, el Gobierno de Cyril Ramaphosa intenta acelerar la vacunación, tras casi cinco meses de un avance lento.
El país austral venía aplicando las fórmulas de las empresas farmacéuticas Johnson & Johnson y Pfizer, pero el regulador de medicamentos nacional anunció el pasado día 3 la aprobación del uso de emergencia de la vacuna Coronavac, del laboratorio chino Sinovac.
En Sudáfrica, los trabajadores sanitarios han puesto ya algo más de 4,2 millones de dosis para una población de casi 60 millones de habitantes.
«Quiero animar a todos los sudafricanos que reúnan los requisitos para registrarse a que lo hagan y se vacunen. Necesitamos difundir el mensaje de que las vacunas funcionan y son eficaces», enfatizó Ramaphosa.
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