Con temperaturas inferiores a los cero grados centígrados, la lluvia debería congelarse y caer en forma de granizo o nieve. Sin embargo, en la Antártida fue registrado un fenómeno particular: una llovizna congelante a 25 grados bajo cero.
La estación McMurdo fue la que detectó esa caída de agua durante más de siete horas, lo que también llamó la atención de los especialistas, ya que cuando se produce lo hace por períodos más breves.
«Estamos familiarizados con la llovizna como un proceso que tiene lugar con temperaturas cálidas», explicó Israel Silber, meteorólogo del departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) y autor principal del estudio publicado en Journal of Geophysical Research: Atmospheres. «A temperaturas más bajas, procesos como la formación y crecimiento de hielo hacen que la probabilidad de producción de llovizna sea significativamente menor», agregó.
La llovizna congelante fue detectada con los instrumentos de la base y con información de satélites. Sus gotas se caracterizan por tener 0,5 milímetros de diámetro y por congelarse al entrar en contacto con el suelo.
Para explicar por qué se produjo, el equipo de investigación debió realizar modelos simulados de las condiciones atmosféricas y así comprobó que para la formación de granizo o nieve es necesario que haya impurezas. Sin embargo, Silber aclaró que «el aire es muy limpio en la Antártida» y que «hay menos contaminantes y, por lo tanto, menos partículas en el aire».
Esa característica es la que permitió que se produjera la llovizna durante más de siete horas, pese a que la temperatura cercana a los 25 grados bajo cero debería haber causado precipitaciones en modo sólido.
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