El presidente de Chile, Sebastián Piñera, afirmó este domingo que las elecciones regionales, que se disputan este fin de semana en su segunda vuelta, son una oportunidad «histórica» para el país que elegirá en las urnas por primera vez este año a sus gobernadores, antes designados a dedo.
EFE
«Esta es una elección muy importante e histórica. Hoy, por primera vez, los chilenos de 13 regiones van a elegir a su gobernador», afirmó el mandatario, que decidió no pronunciarse por ningún candidato ni transparentar su voto.
Antes el cargo era nombrado por el Ejecutivo, por lo que se trata de una votación inédita y vista por muchos como un paso crucial hacia la descentralización del país.
En este segunda vuelta se disputarán 13 de las 16 divisiones territoriales de país -las otras tres ya se aseguraron en primera vuelta- para las que están llamados a votar más de 13 millones de chilenos, casi seis de ellos en la capital.
Pese a la relevancia política del balotaje, que podría remecer la carrera presidencial, se prevé que la elección mueva a menos electores que los megacomicios de mayo, cuando participó un 43 % del padrón, por un drástico aumento de contagios de covid-19 en las últimas semanas que obligó a poner en cuarentena a toda la capital.
«Es muy importante que esta y todas las elecciones sean muy participativas y seguras. Tenemos que cumplir los cuidados personales. El coronavirus ha aflojado en Europa y Estados Unidos, pero se ha ensañado con América del Sur», agregó Piñera.
La elección se produce en un momento complicado de la pandemia, con pico histórico de casos activos de covid-19 (más de 62.000) y con toda la Región Metropolitana, la más poblada del país y en la que se ubica la capital, de nuevo en cuarentena total, lo que podría incidir en la cantidad de gente que acuda a las urnas.
Los nuevos gobernadores, que tomarán posesión el 14 de julio para un periodo de cuatro años, se convertirán en autoridades con alta visibilidad y, en muchos casos, en contrapoderes territoriales al centralizado Santiago, donde se concentra el poder público, pero también el empresarial.
Dos candidatos de izquierda, Claudio Orrego y Karina Oliva, se enfrenta en la capital tras lograr desbancar en primera vuelta a la única propuesta de oficialismo, y optan a convertirse en el cargo más votado del país después del de jefe del Estado.
Su contienda enfrenta a dos sectores izquierdas polarizadas: Orrego pertenece a la Democracia Cristiana y simboliza al ala más tradicional, mientras que Oliva, representa a una izquierda renovada aunque con menos experiencia al pertenecer al Frente Amplio, una coalición que irrumpió en 2017.
La importancia de la gobernación de Santiago aumenta, además, si se tiene en cuenta que las presidenciales están a la vuelta de la esquina, el 21 de noviembre, y el gobernador de la capital podría convertirse en un altavoz y en el bastión de algún candidato.
Oliva inclinaría el eje de la oposición hacia la izquierda radical, pudiendo impulsar al precandidato del Frente Amplio, Gabriel Boric, o al del Partido Comunista, Daniel Jadue, que lidera las encuestas. Por contra, Orrego podría ser la figura que mueva a un aspirante moderado.
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