Después de años de inestabilidad política, el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, consiguió este martes por primera vez la aprobación definitiva de su presupuesto, una victoria que da estabilidad durante la legislatura a su coalición minoritaria y dividida.
AFP
Con 145 síes, 118 noes y 2 abstenciones, el Senado ratificó definitivamente este martes el texto que había sido ya aprobado el 3 de diciembre en el Congreso de los Diputados.
«España tiene por fin los Presupuestos que necesita: las cuentas más sociales de la historia para superar la peor crisis en un siglo», tuiteó el dirigente socialista Pedro Sánchez.
En medio de la crisis económica provocada por la pandemia, el presupuesto prevé un aumento del gasto público y de la presión fiscal, y vehicula 27.000 millones de euros del megafondo europeo anticovid.
También son las primeras cuentas adoptadas desde mayo de 2018, cuando el gobierno conservador de Mariano Rajoy sacó adelante unos presupuestos que han sido prorrogados desde entonces y batieron un récord de longevidad.
La jugada de los presupuestos es decisiva en un país sometido a una inestabilidad política, la cual se tradujo en la celebración de cuatro elecciones legislativas entre 2015 y 2019.
«Es un paso muy muy importante, porque Sánchez gana tiempo, gana en estabilidad y puede alargar la legislatura hasta 2023 tranquilamente», fecha de las próximas elecciones legislativas, comenta a AFP Oriol Bartomeus, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona.
«Estos presupuestos están hechos con la idea de que no será posible aprobar unos en el 2022», por la fragmentación política en el Parlamento, «y que entonces pueden ser prorrogados», abundó Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza.
Pedro el posibilista
El líder socialista Pedro Sánchez, en el poder desde junio de 2018, no logró el año pasado sacar adelante el proyecto de Presupuestos. Entonces se topó con el rechazo de los partidos separatistas catalanes, coincidiendo con la apertura en Madrid del juicio a los dirigentes que protagonizaron la tentativa fracasada de secesión en 2017.
Pese a todo, Sánchez ha demostrado ser «un posibilista que difícilmente se da por vencido», añade Paloma Román, politóloga en la madrileña Universidad Complutense.
Gobernando en coalición con la izquierda radical de Podemos desde enero, el presidente intentó sin éxito arrimarse el apoyo del partido liberal Ciudadanos, para que le apoyara los Presupuestos.
A la estrategia se opuso Podemos, hostil a la idea de ampliar apoyos del lado del centro y de la derecha.
Y en lugar de Ciudadanos se incorporaron al acuerdo los separatistas catalanes de ERC y los soberanistas vascos de Bildu, un partido considerado como el heredero de Batasuna, la formación ilegalizada en 2003 por ser el brazo político de la organización separatista armada vasca ETA.
A cambio de esos apoyos, el gobierno accedió a contrapartidas, como una ley educativa que elimina la mención explícita al castellano como lengua vehicular del sistema educativo, y un decreto que suspende hasta mayo los desahucios de familias vulnerables.
El pacto con Bildu fue la maniobra que más escozor causó, no sólo en la oposición de derechas sino en el propio Partido Socialista de Pedro Sánchez.
Pese a todo esto, y dada la polarización en el Parlamento, no había «mayoría alternativa» posible para sacar adelante los Presupuestos, insiste Oriol Bartomeus, que ve en estos pactos una alianza «coyuntural».
Y es que según Cristina Monge, el pragmatismo de Sánchez podría llevarlo en un futuro a pactar con Ciudadanos.
Disensiones en el gobierno de coalición
Con la votación del Presupuesto, Sánchez se asegura la supervivencia de su gobierno, lo que no evitará que los años venideros vayan a ser «años de negociación permanente dentro del gobierno y también en el parlamento» para sacar adelante cada reforma, augura Cristina Monge.
Y es que los temas de discordia se multiplicaron entre los socios de gobierno, en torno al incremento del salario mínimo, la monarquía, la gestión de la inmigración o el estatus del Sáhara Occidental.
Las relaciones con el separatismo catalán podrían complicarse también, de cara a las elecciones regionales del 14 de febrero en Cataluña.
«No va a ser fácil para el gobierno resistir» a tantas tensiones, pero «ninguno de los dos [socios] tiene interés real por separarse» y hacer caer la coalición de gobierno, estima Oriol Bartomeus.
El precio en ese escenario «sería demasiado alto» para Podemos, en caída en los sondeos, y para el PSOE, demasiado débil para gobernar en solitario, y marcaría el regreso de la derecha al poder, apostilla Cristina Monge.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.