Pedro Sánchez ha apelado a las raíces del PSOE, el partido con más años de vida y el que más tiempo ha gobernado desde la restauración de la democracia, como garantía inequívoca de que la soberanía nacional será innegociable para la coalición progresista que aspira a presidir. «No se va a romper España y no se va a quebrar la Constitución. Aquí lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista votado democráticamente por los españoles», ha arrancado con fuerza el candidato socialista, que llegaba al debate de investidura con las turbulencias provocadas por la inhabilitación del presidente catalán Quim Torra.
«El PSOE es, como dicen sus siglas y acredita su historia, un partido español, formado por compatriotas, que con aciertos y errores ha contribuido y contribuye a mejorar la vida de nuestra sociedad. Se equivocan muy gravemente quienes ponen en duda el compromiso de la izquierda con España», ha reivindicado frente a los ataques de la derecha tras el acuerdo de investidura con ERC. Un pacto que contempla la consulta a la «ciudadanía de Cataluña» de los posibles acuerdos en la mesa bilateral entre el Gobierno y la Generalitat y que, según los socialistas, en modo alguno derivaría en un referéndum de autodeterminación.
El candidato ha expresado su pesar por “la conducta de la derecha democrática”, en alusión al PP y Ciudadanos, “al negarse a prestar la menor contribución a la gobernabilidad”. “Menos aún se entiende que agiten los peores presagios sobre el porvenir de España y a la vez se nieguen a evitarlos”, ha apostillado. El PSOE ha recordado esta semana que el voto favorable de los 10 diputados de Ciudadanos habría restado importancia al papel de ERC. Los socialistas también recuerdan que en 2016 facilitaron la investidura de Rajoy, aunque eso les supuso abrirse en canal en su mayor crisis reciente.
Una opción imposible para el partido de Pablo Casado, que le acusa de «vender España». “Usted y la ultraderecha han usado todo tipo de artimañas jurídicas y extrajurídicas para boicotear la investidura. Ha hecho cosas impropias de un candidato a la presidencia del Gobierno. ¡Llevan 15 meses repitiendo el fin del mundo y de España que no llegan!”, le ha espetado al líder del PP.
El presidente en funciones ha reivindicado desde el primer momento al Partido Socialista, al que ha agradecido la «enorme confianza» demostrada los últimos meses. En un partido con el alma federal del PSOE, sus líderes territoriales no han dispuesto apenas de información sobre las negociaciones para formar el Gobierno. Una estrategia muy efectiva tras el vodevil en que se convirtió la investidura fallida de julio pero que ha supuesto un acto de fe para los barones del partido, que a su vez tenían que rendir cuentas en sus comunidades sobre las conversaciones con Esquerra.
A la espera de que la investidura tenga éxito, nadie niega en Ferraz y en La Moncloa la complejísima gestión que ha supuesto que los dirigentes autonómicos del PSOE hayan ido a ciegas desde el 10-N. Primero con Unidas Podemos, un socio que había sido denostado por el mismo Sánchez desde el verano con palabras muy gruesas. Entonces la falta de confianza impidió que cuajase el primer Ejecutivo de coalición desde la Segunda República.
“Es cierto que esa negociación no fructificó, como todo el mundo sabe. Sirve de poco señalar culpas. Es más útil volverlo a intentar sobre nuevas bases que aseguren las dos condiciones que dificultaron el entendimiento meses atrás: el principio de cohesión y el principio de idoneidad”, ha pasado página Sánchez, que tras los cálculos incumplidos el 10-N —en vez de mejorar los resultados de abril perdió tres diputados y 760.000 votos— renunció a un Ejecutivo exclusivo del PSOE con independientes de prestigio.
Sánchez, al que persigue su afirmación de que no podría dormir con Iglesias en el Gobierno, ha insistido en que la coalición funcionará como un Ejecutivo «unido» que se regirá «por los principios de cohesión, lealtad y solidaridad gubernamental, así como por el de idoneidad en el desempeño de las funciones”. En su réplica al líder de Podemos, Sánchez ha destacado la sintonía demostrada en medidas como la subida del salario mínimo. «Un buen aperitivo» de lo que el candidato espera del futuro Ejecutivo.
«Hemos tenido enfrentamientos muy contundentes en esta Cámara pero bien está lo que bien acaba. Y va a acabar con el entendimiento de las izquierdas. Estoy francamente ilusionado y tengo la esperanza de que lo vamos a hacer realmente bien”, ha dicho, confiado en completar la legislatura.
Resuelta la reconciliación en el Pacto del Abrazo con Pablo Iglesias en solo un día y medio, las turbulencias han llegado de la gestión de la crisis territorial con epicentro en Cataluña. «El partido en cuyo nombre les hablo es una institución que ha superado desde sus inicios las más diversas situaciones, propicias y adversas. Nació sin otro apoyo que el impulso de dos docenas de trabajadores y profesionales que aportaban cada mes 50 céntimos de su salario para su sostenimiento.
Ha predicado en el desierto hasta extender su organización y su influencia en todos los rincones de España. Ha sobrevivido a la persecución y el exilio. Es un partido que no se rinde ni desfallece. Ha conocido todo tipo de situaciones y las ha encarado todas con ánimo de superación», ha valorado Sánchez la «longevidad» y experiencia acumulada por el PSOE desde su fundación el 2 de mayo de 1879.
Desde entonces han transcurrido 140 años. Nunca hasta ahora 19 fuerzas políticas habían logrado representación en el Congreso. Sánchez las ha interpelado en la búsqueda de apoyos en el sistema parlamentario vigente al que el Gobierno se verá sometido semana a semana. «No hay Gobierno sin Parlamento, pero tampoco puede haber un Parlamento que funcione indefinidamente sin un Gobierno», ha remarcado frente al bloqueo de la derecha.
«Crisis heredada» en Cataluña
Cataluña ha marcado la intervención de Sánchez, sobre el que recaían numerosas demandas de explicaciones del pacto suscrito con ERC. Sin entrar en los detalles del acuerdo, ha insistido en «retomar la única vía posible» para encontrar una solución: «El diálogo, la negociación y el pacto». Amparados siempre por la Constitución.
«Es evidente que en nuestro país no existe un único modo de vivir o sentir la identidad nacional», ha abundado Sánchez, que ha apuntado que esta circunstancia ya se plasmó en el artículo 2 de la Constitución, donde se habla de nacionalidades y no de naciones. «Existe un sector amplio de la población catalana con un sentimiento de agravio respecto de las instituciones centrales, que no siente reconocida y respetada. Y existe, en otros puntos de España, un rechazo a las acusaciones que vierten algunos líderes independentistas sobre la España Constitucional. Yo me incluyo entre ellos», ha afirmado el candidato del PSOE.
Sánchez ha acusado al Gobierno de Mariano Rajoy de ser el causante del conflicto actual por su inmovilismo ante el desafío soberanista: «Esta es una crisis heredada, de la que ya advirtió el PSOE estando en la oposición. Y que asumimos con toda la lealtad constitucional y con toda la responsabilidad institucional, para devolver a la política un conflicto político».
«Es el resultado de la incapacidad política y el abandono de anteriores Gobiernos de la vía política para resolver un conflicto que es político. No solo en el acomodo institucional de la diversidad de identidades que tiene nuestro país. Sino de debilidades y desgastes acumulados de nuestro sistema autonómico que debemos corregir», ha incidido tras pedir «dejar atrás la deriva judicial que tanto dolor y fractura» han causado en la sociedad.
«Patriotismo social»
Solo después del capítulo dedicado a Cataluña, Sánchez ha desgranado sus intenciones para la legislatura con un programa de profundo contenido social y guiños a la izquierda. Combatir la desigualdad será uno de los objetivos primordiales de su Ejecutivo. «Hace justo una década una devastadora crisis económica nos golpeó. Es hora de reparar las secuelas», ha subrayado al tiempo que instaba a prepararse para encarar retos como la transición ecológica, la revolución digital y alcanzar la plena igualdad de género.
Dentro de la apuesta por lo que Sánchez denominó «patriotismo social», el presidente en funciones ha repasado las principales medidas de un programa con marcado acento socialdemócrata. El candidato del PSOE ha defendido una subida impositiva del IRPF para los contribuyentes con rentas superiores a 130.000 euros. «Las clases medias no se verán afectadas», ha resaltado frente a otro de los mantras de la derecha. Otro de los ejes del futuro Gobierno es la derogación de la reforma laboral de 2012 aprobada por Rajoy así como “avanzar, junto a los agentes sociales”, en la elaboración de un nuevo Estatuto de los Trabajadores “que tenga en cuenta las nuevas realidades laborales y afronte los retos del empleo del siglo XXI”.
Una «exigencia» de la sociedad que el aspirante se compromete a acometer es la aprobación de una ley de regulación de la eutanasia que reconozca el derecho a la muerte digna. En cuanto a la gestación subrogada, que defiende Ciudadanos, el PSOE no variará de postura: «La explotación reproductiva está prohibida en nuestra legislación, y por eso actuaremos frente a las agencias que ofrecen estos servicios a sabiendas de que están prohibidos en nuestro país». A la despoblación la planea combatir con la creación de un ministerio, como ya anunció en campaña.
Con información EL PAÍS
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