Los sacerdotes de la ciudad costera de Guayaquil, la más afectada en Ecuador por el COVID-19, han debido reinventarse para mantener la guía espiritual mientras las iglesias se mantienen cerradas y los velatorios prohibidos.
En su búsqueda de nuevas formas para acompañar espiritual y psicológicamente a los creyentes, los sacerdotes se han dejado llevar por la marea digital.
Edilberto Torres, párroco de la iglesia San Juan Bosco, del centro sur de Guayaquil, cuenta a Efe que desde el 14 de marzo, cuando la Conferencia Episcopal Ecuatoriana anunció el cierre de los templos, reorganizó su horario y forma de trabajar para “seguir velando por el fortalecimiento espiritual de sus fieles”.
Especial atención ha puesto en quienes han sufrido la enfermedad y aquellos que vieron partir a sus seres queridos sin poder despedirlos como hubiesen querido.
“Con la ayuda de algunos laicos, que son más expertos en el manejo de estos medios de comunicación, empezamos a trasmitir las celebraciones por Facebook todos los días”, explica.
Sus ayudantes llegan con media hora de anticipación, alrededor de las 09:00, para verificar que todo esté listo.
La transmisión se hace desde un teléfono celular y una de las feligreses se mueve por el templo con el dispositivo en mano para captar lo más cerca posible los distintos momentos de la ceremonia religiosa. Otra, se encarga de las lecturas.
Más de 300 personas se conectan a diario para seguirlo en directo desde sus casas y le comentan los vídeos, aunque él no pueda leerlos en ese mismo momento.
“La mayoría son personas que pertenecen a la parroquia, pero también hay otros que nos siguen desde Colombia, Estados unidos, España, Argentina”, dice con satisfacción el sacerdote.
REZOS POR REDES SOCIALES
Pero la misa no es lo único que ha tenido que adaptar al mundo virtual. También utiliza las redes, las llamadas y las plataformas de videoconferencias para organizar sesiones de rezo y para dar consejos espirituales.
“Muchas familias nos llaman por el teléfono que tenemos en la parroquia para que los escuchemos, para comentarnos la situación que tienen en su familia, si alguno de ellos tiene el virus o si han perdido a un ser querido”, contó.
Incluso, muchos les piden hacer una novena por el difunto por ese medio y se enlazan desde varios lugares a la celebración.
La demanda de estas sesiones es tan frecuente que Torres dedica varios momentos del día a atender virtualmente a personas y familias que se lo solicitan.
“Me llaman y me dicen: ‘padre, me dieron su número, quisiéramos hacerle una pregunta y que nos escuche un momento’”, relata.
Unos, incluso, lo llaman para pedirle que bautice a sus familiares vía on line: “Me piden por Whatsapp o vídeo y yo les digo que eso no es posible, que si la persona está en peligro de muerte ellos pueden hacer un bautismo y les doy algunas pautas”.
ESPIRITUALIDAD Y PSICOLOGÍA
El acompañamiento espiritual también se ha convertido en uno psicológico. El sacerdote cuenta que esta situación “difícil” y de encierro ha hecho que muchas personas vuelvan a la Iglesia.
“Nosotros los escuchamos, les damos pautas de discernimiento, para que vean la vida de otra manera y ésta situación con ojos de fe. Hay gente que ha entrado en pánico porque se ponen a ver vídeos que les envían y que, en vez de perder temores, lo único que hacen es aumentar el desconcierto en las personas”, precisa.
Según el arzobispo de Guayaquil, Luis Gerardo Cabrera, lo que hace el Torres se replica en otras iglesias de la ciudad pues intentan dar el mayor acompañamiento posible en la cuarentena.
“Ofrecemos acompañamiento psicológico. Más de uno nos busca porque está deprimido, otros han experimentado ansiedad y temor. Entonces estar cerca de esas personas, escucharlas, sugerirles, proponerles algún pensamiento o algo que puedan hacer para nosotros es importantísimo”, agrega.
Lo más triste para la congregación -dice- ha sido no poder estar presente en los velorios, por lo que han colgado en el facebook de la Arquidiócesis vídeos con mensajes grabados y folletos para que las personas “puedan celebrar un funeral siguiendo algunas pautas”.
Los sacerdotes de los cementerios también han celebrado misas virtuales específicas para bendecir a los enterrados.
“Queremos seguir transmitiendo esos mensajes de esperanza porque vemos que les hace bien”, señala Cabrera, quien celebra desde hace varios años una misa dominical que se emite por televisión, a lo que ahora suma Skype y Zoom, confiesa.
Marcela Navarrete es una de las creyentes que ha usado las plataformas digitales para escuchar consejos de los sacerdotes: “Con mi familia conversamos mucho con el párroco de la iglesia que está por la casa, especialmente cuando mi tío se contagió”.
“Hicimos muchas vídeollamadas cuando fueron los días más críticos, antes de su muerte”, señala la guayaquileña de 28 años, quien perdió a su familiar el pasado 7 de abril.
Es “como tener un consejero personal en casa y para nuestra familia. Este acompañamiento nos ayudó mucho en los momentos de mayor dolor”, menciona.
Pero la pandemia también ha afectado directamente a la Iglesia guayaquileña, que hasta el pasado 25 de abril reportaba dos sacerdotes fallecidos y seis contagiados de coronavirus.
Por ello, y en miras de una próxima apertura de los templos, la Arquidiócesis estudia protocolos para proteger a los fieles y a sus sacerdotes de posibles contagios del virus, que ha cobrado la vida de 1.063 personas y contagiado a 26.336, según datos oficiales.
Mientras tanto, la Iglesia Católica ha iniciado mayo bendiciendo al pueblo con la imagen de la Virgen María, para solicitarle que “interceda ante su hijo Jesús, pidiéndole el fin de esta pandemia” y que “conceda la paz y la serenidad”.
EFE
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