Christian Brueckner, de 47 años y principal sospechoso de la desaparición de Madeleine McCann en 2007, trabajaba en el Ocean Club, un bar de tapas frecuentado por Kate y Gerry McCann, los padres de Madeleine. Así lo reveló Ken Ralphs, un expatriado británico residente en el Algarve, quien proporcionó un relato detallado de sus encuentros con Brueckner.
Por Infobae
Ralphs afirmó que Brueckner, junto a otro individuo, habría orquestado un plan para secuestrar a una niña y venderla a una pareja. Según relató a MailOnline, Brueckner “estaba trabajando ilegalmente en el Ocean Bar” y recibía pagos “por debajo de la mesa”.
Madeleine McCann desapareció el 3 de mayo de 2007 a los tres años de edad en Praia da Luz. Su caso conmocionó a la comunidad internacional, y desencadenó una de las búsquedas más extensas y mediáticas de la historia.
Varias pistas conducen a que Brueckner sea el principal sospechoso y esta nueva revelación no hace más que confirmar algunas de las hipótesis. Hace poco fue condenado por abuso sexual y tráfico de drogas, hechos que amplían su perfil criminal. Actualmente, se encuentra preso en Alemania por la violación de una mujer de 72 años en Praia da Luz en 2005.
Las declaraciones de Ralphs también revelan complejidades adicionales a la trama. Después de que la historia de Madeleine acaparara los titulares, describió una icónica escena donde quedó “atónito” al encontrarse con Brueckner en Praia da Luz.
Además, detalló encuentros con otros individuos que parecen estar conectados con el sospechoso, entre ellos un francés encontrado en la playa de Amado que reveló detalles sorprendentes sobre los movimientos de Brueckner y un hombre conocido como John, quien habría compartido implicaciones perturbadoras sobre el plan de secuestro.
El relato de Ralphs no solamente agrega un nivel de complejidad a las investigaciones, sino que también ilumina sobre la existencia de una comunidad de vagabundos, entre quienes se movía Brueckner, proporcionando un posible contexto para sus actividades criminales.
La referencia de Kate McCann en su libro sobre las reservaciones en el Ocean Club suma inquietud sobre la posibilidad de que empleados, incluido potencialmente Brueckner, tuvieran acceso a información sobre la estancia de los niños.
A pesar de estos nuevos datos, hasta el momento Brueckner no ha sido acusado formalmente en relación con el caso de Madeleine McCann y ha negado cualquier participación en su desaparición.
El testimonio de Ralphs y las acciones investigativas relacionadas subrayan los persistentes esfuerzos por resolver el caso, manteniendo viva la esperanza de encontrar respuestas en este misterio.
La desaparición de Madeleine McCann sigue siendo un caso emblemático de interés mundial, impulsando investigaciones y teorías constantes a más de una década del hecho.
“Temía que me cortara la cabeza”
Una presunta víctima de violación de Christian Brueckner, el principal sospechoso de la desaparición de Madeleine, declaró la semana pasada que temió ser decapitada por el alemán tras un delito sexual sufrido.
Brueckner se enfrentó a fuertes acusaciones en el tribunal, entre las que se incluye el rapto de una niña en una playa cercana a Praia de Luz, en Portugal, semanas antes de la desaparición de la británica Maddie.
El alemán compareció ante el tribunal regional de Braunschweig luego de que la semana anterior se suspendiera a los nueve minutos de iniciada la vista.
Según el medio The Sun, los jueces fueron informados de que Brueckner utilizaba una droga “antivioladora” para incapacitar a sus víctimas mientras las mantenía prisioneras. Se cree que pudo haber accionado ese modus operandi para secuestrar a McCann, que tenía tres años al momento de la desaparición.
El tribunal regional escuchó que el acusado ató las piernas a la mesa de la irlandesa Hazel Behan, presunta víctima de violación.
“Me tienes miedo, ¿verdad?”, le dijo.
Luego la azotó y le preguntó: “¿Me tienes miedo ahora?”.
Hazel temía que Brueckner “le cortara la cabeza”, de acuerdo a The Sun.
“Llevaba un cuchillo de unos 30 cm de hoja en la mano izquierda, se arrodilló junto a la víctima dormida y la llamó por su nombre, lo que la despertó. Mientras ella entraba en pánico, él le dijo en tono serio pero tranquilo que no gritara”, afirmó el fiscal, que añadió que la víctima “tenía miedo de morir porque temía que el acusado le cortara la cabeza con el cuchillo”.
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