El Reino Unido trata de recuperar la estabilidad tras un año de caos político y económico en el que tres primeros ministros han pasado por Downing Street, una tormenta financiera disparó el coste la deuda británica por encima de la de Grecia y los efectos del Brexit se han comenzado a materializar.
Boris Johnson, arquitecto del plan para abandonar la Unión Europea, se vio forzado a dimitir por el escándalo de las fiestas ilegales durante la pandemia y fue reemplazado por su ministra de Exteriores, Liz Truss, que con su agresivo recorte de impuestos para empresas y rentas altas provocó un agujero de decenas de millones de euros y desató el pánico en los mercados.
Su sucesor y actual jefe de Gobierno, Rishi Sunak, ha anunciado subidas fiscales y recortes de gasto para reducir la deuda y recomponer las finanzas, aunque sus planes tienen un alto coste político y las encuestas ponen en duda que pueda mantener el poder más allá de las próximas elecciones, en 2024.
El futuro económico se presenta sombrío para Londres. El Banco de Inglaterra ha alertado de que el Reino Unido entrará en los próximos meses en una larga recesión técnica, mientras que la OCDE predice que la economía británica será la peor de entre los países avanzados los próximos dos años, a excepción de la de Rusia.
EL GOBIERNO DE TRUSS, 44 DÍAS DE VORÁGINE
Truss llevaba una década esperando llegar al poder para aplicar las recetas liberales que en 2012 plasmó, junto con otras estrellas emergentes del ala derecha de los «tories», en el manifiesto «Britannia Unchained» («Britania desencadenada»).
La repentina caída de Johnson precipitó el desembarco de Truss en un momento en que el Reino Unido comenzaba a digerir el frenazo comercial del Brexit y afrontaba la abultada factura de los programas de ayuda a trabajadores y empresas durante la pandemia.
La coyuntura no cambió sus planes. En pocos días despidió a los altos funcionarios que a sus ojos defendían la ortodoxia económica y se rodeó de un nutrido grupo de asesores procedentes de centros de pensamiento neoliberales.
«Dio la impresión de que priorizaba la ideología por encima de la evidencia», señaló Hannah White, directora hasta el pasado octubre del influyente centro Institute for Government.
Junto a Kwasi Kwarteng, su ministro de Economía, Truss diseñó un «minipresupuesto» que disparó la deuda pública en 72.000 millones de libras (84.000 millones de euros) y desató una tormenta que la desalojó del poder en tan solo 44 días, convirtiendo su mandato en el más corto de la historia de la democracia británica. EFE