Sergio Antonio Umaña Salamanca volvió a El Salvador seis años después. En 2017 se había embarcado en una lancha bimotor en las costas orientales salvadoreñas para emprender ruta hacia la vecina Nicaragua, donde expandió una operación de narcotráfico internacional junto a miembros de su pandilla y a herederos de la banda Los Perrones, uno de los grupos criminales más importantes de Centroamérica en su momento. El asunto no salió bien: Umaña, también conocido como Pitbul (sic, con una sola ele figura en los reportes policiales y judiciales) o Pinolillo, fue detenido en suelo nicaragüense, juzgado ahí y finalmente deportado de vuelta a El Salvador el 6 de noviembre pasado.
Las autoridades salvadoreñas de seguridad pública también emitieron comunicados por la captura de Umaña Salamanca y otros dos pandilleros de la MS13. Ninguno de los informes oficiales, sin embargo, ahondó en los antecedentes de Umaña, conocido como Pinolillo en Nicaragua y como Pitbul en El Salvador, ni en la historia de este pandillero y su célula, que es la historia de cómo la MS13 tomó el control de las rutas del narcotráfico en el Golfo de Fonseca, uno de los puntos más porosos del litoral Pacífico centroamericano.
El mal viaje de la Joseling I
Era noche cerrada la del 23 de junio de 2017. Pitbul y otros dos pandilleros se habían embarcado en una lancha pequeña en la playa Mechapa, en Chinandega, en el extremo noreste de Nicaragua. Estas playas dan a las aguas del Golfo de Fonseca, la entrada del Pacífico en Centroamérica circundada por El Salvador, Honduras y Nicaragua. Por ahí han pasado toneladas de cocaína desde que contrabandistas y narcotraficantes de los tres países abrieron estas rutas a mediados del siglo pasado.
Pitbul y los suyos echaron ancla en altamar y esperaron. Su plan era interceptar otra embarcación, la Joseling I, que el pandillero sabía tenía programado cruzar hacia El Salvador cargada con media tonelada de cocaína hacia Guatemala para seguir rumbo norte. Los dueños de la droga eran miembros de una banda de narcos nicaragüenses conocida como La Colonia, asentada en Chinandega. Cuando la Joseling I apareció, Pitbul ordenó abrir fuego.
Noel Antonio Gaitán Boanez, uno de los miembros de La Colonia que viajaba en la Joseling I, recibió un balazo en el hombro izquierdo. Los dos compañeros con los que viajaba, al verlo desangrase, decidieron dar vuelta y volver a la costa. Abandonaron la Joseling I y la droga en Mechapa y, en un pick-up que habían dejado escondido cerca, tomaron rumbo sur. Gaitán Boanez murió en el camino y sus acompañantes dejaron el cadáver en un camino rural.
En las costas de Mechapa, y tras la huida de los rivales de La Colonia, Pitbul y los suyos abordaron la Joseling I y se hicieron con 300 paquetes que contenían unos 500 kilos de cocaína. Lo que el salvadoreño no sabía es que entre quienes le ayudaban aquella madrugada había dos policías nicaragüenses infiltrados.
El asesinato de Gaitán Boanez aceleró la investigación que el Ministerio Público de Nicaragua había iniciado en abril de 2017 cuando infiltró a los agentes. Con insumos de ambos informantes, el MP empezó a perfilar la profundidad que la operación del salvadoreño y su clica HLS, a la que las autoridades nicaragüenses empezaron a llamar solo “La clica”.
El 25 de agosto de 2017, según documentos judiciales de los que Infobae tiene copia, el Ministerio Público de Nicaragua acusó a Umaña Salamanca del asesinato de Gaitán Boanez. Los fiscales habían descubierto que el pandillero tenía una empresa criminal de narcotráfico que recogía droga en Costa Rica y la llevaba hasta La Unión en El Salvador para de ahí entregarla a intermediarios del Cartel de Sinaloa que antes habían trabajado con Los Perrones.
Entre finales de 2016 y principios de 2017, Pitbul y la HLS dirigían una operación que se había extendido hasta el interior de Nicaragua y alcanzaba a llegar a la frontera con Costa Rica, en el sur, donde recala buena parte de la cocaína que sube hacia el norte procedente de Colombia. Documentos anexos al proceso judicial abierto contra Pitbul en Nicaragua dan cuenta de que su banda llegó a tener una bodega en Nagarote, León, a medio camino entre las playas del Golfo de Fonseca y Managua. Ahí, según uno de los policías nicaragüenses infiltrados, el pandillero guardaba el dinero que le llegaba desde El Salvador tras la entrega de la cocaína en ciudades salvadoreñas como Santa Rosa de Lima y San Miguel.
La banda contaba con tres todoterrenos, dos Toyota y un Nissan, en los que movían la droga que embarcaban hacia El Salvador y el efectivo que bajaba desde el país vecino tras la entrega de la cocaína. También tenían tres motocicletas para hacer postas y vigilar las rutas terrestres de los cargamentos.
Heredero de un pequeño imperio
La carrera delincuencial de Sergio Umaña Salamanca inició en 2006 según expedientes policiales salvadoreños a los que Infobae tuvo acceso. Aquel año, Pitbul, quien ya era miembro de la clica Hempstead Locos Salvatruchos, se unió junto a su primo, un hombre llamado Juan Pablo Salamanca, a los narcotraficantes que por entonces mandaban en las playas del oriente salvadoreño. Su jefe era Daniel Quezada, uno de los líderes de la banda Los Perrones y quien controlaba las entradas de la cocaína que llegaba desde Chinandega, en el noreste nicaragüense, a las playas de La Unión, la provincia salvadoreña que limita con el Golfo de Fonseca.
La operación de Quezada contaba, incluso, con la protección de tres puestos policiales diseminados en esas playas, el de El Jagüey, el de El Tamarindo y el de Playas Negras. Su impunidad era tal que, de acuerdo con investigadores estadounidenses y salvadoreños, Quezada fue capaz de asesinar a un investigador de la policía salvadoreña llamado Naún Ayala, a quien enterró en un cementerio clandestino.
El imperio de Quezada y Los Perrones, que gozó de protección política al más alto nivel durante el gobierno del presidente Antonio Saca (2004-2009), terminó por derrumbarse luego de que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) apoyó investigaciones y capturas de algunos de sus líderes. Una investigación de la policía salvadoreña determinó que, como ha ocurrido en otros sitios de Centroamérica, las capturas fueron posibles luego de que los narcotraficantes perdieron la protección de los políticos con quienes se habían aliado.
Para inicios de la década de 2010, la banda Los Perrones se había desarticulado casi por completo, pero en La Unión Juan Pablo Salamanca, el primo de Pitbul, había retomado el control del tráfico de cocaína en el corredor nicaragüense. Él era el pequeño rey local en aquellas playas. Hasta que lo mataron.
A Juan Pablo Salamanca lo acribillaron a la salida de una pelea de gallos el 26 de julio de 2015 en Santa Rosa de Lima, ciudad fronteriza en el oriente salvadoreño, una de las que había servido de cuartel general a Los Perrones. En principio, la policía salvadoreña informó que los autores del asesinato eran “desconocidos”. Investigaciones posteriores, sin embargo, determinaron que a Juan Pablo lo había matado su primo, el pandillero Sergio Umaña, el Pitbul, para apropiarse del negocio de la droga.
“A Pablo Salamanca, que tenía relación con los carteles, lo mata su primo Sergio Antonio Umaña Salamanca, un palabrero de la clica HLS, una de las 12 clicas de la MS13 que operan en La Unión. El asesinato del capo sólo quiere decir una cosa, que el control del tránsito de la droga quedaba en manos de la pandilla HLS”, explicó en 2019 un detective de la policía salvadoreña citado en un informe de la organización InSight Crime.
Con su primo fuera del panorama, Pitbul se adentró en Nicaragua, donde ya Los Perrones habían establecido contactos más de una década atrás, para expandir la operación. Fue, de acuerdo con un investigador estadounidense consultado, una expansión en toda regla, que logró cosas que ni la banda de narcotraficantes había logrado, como establecer cabezas de playa en la ruta litoral nicaragüense, montar bodegas para guardar mercadería y acceso a operaciones de lavado en la capital de Nicaragua.
“Los Perrones eran transportistas, contrabandistas que crecieron cuando empezaron a mover cocaína gracias a la protección del gobierno salvadoreño de entonces… Cuando entró la pandilla, entró una operación que combinaba la sofisticación de los narcos con la violencia característica de la MS13″, dice el investigador, quien habló desde el anonimato por no estar autorizado a hacerlo de otra forma.
Las pandillas salvadoreñas, sobre todo la MS13, siempre jugaron algún papel en el tráfico de la cocaína que pasa por El Salvador, pero en la época de las grandes bandas -Los Perrones en el oriente y el llamado Cartel de Texis en el occidente- estuvieron casi siempre relegados al rol de sicarios o de colaboradores logísticos. Casi nunca los pandilleros o las clicas eran dueños de la droga. Esto, de acuerdo con investigadores salvadoreños, ha tenido al menos dos excepciones: la clica Hempstead Locos Salvatruchos de Pitbul y la Normandie Locos Salvatruchos en el occidente, las cuales sí han controlado sus propios cargamentos de cocaína y tuvieron en algún momento protección de las autoridades.
A Pitbul la justicia nicaragüense lo condenó a 50 años de prisión en febrero de 2018 por delitos de narcotráfico, asociaciones ilícitas y lavado de dinero. Su caso tuvo un perfil alto en los medios de prensa y el sistema judicial de aquel país. El gobierno incluso informó, antes de la condena, que cambiaría algunos requisitos migratorios a salvadoreños luego de descubrir que el pandillero había obtenido una cédula de identidad nicaragüense.
Cinco años después de aquella condena, sin mayores explicaciones de las autoridades policiales implicadas, Pitbul fue entregado a El Salvador. La información publicada por las autoridades hondureñas indica que el pandillero fue deportado de Nicaragua, pero la policía salvadoreña habla de una recaptura.
Lo cierto es que desde el 6 de noviembre Sergio Umaña Salamanca, uno de los herederos de la banda Los Perrones, está en manos del gobierno de Nayib Bukele, el presidente salvadoreño que ha declarado la guerra a las pandillas pero ha protegido de la extradición a Estados Unidos a los líderes más importantes de la MS13.
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