José Cárdenas, ex administrador asistente para América Latina durante la administración de George W. Bush, propone desvelar acusaciones criminales en tribunales de Estados Unidos, guerra contra el narcotráfico, campañas de guerra psicológica y acciones encubiertas dentro del país para agilizar la salida de Maduro.
Cinco meses después de que Estados Unidos y una serie de otros países reconocieran al líder opositor venezolano Juan Guaidó como presidente interino, el presidente Nicolás Maduro sigue arraigado en el poder, y los críticos han expresado crecientes dudas sobre la política sobre Venezuela del presidente estadounidense, Donald Trump.
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Trump parece haber cambiado su enfoque hacia China, Corea del Norte e Irán. El mes pasado, el senador Marco Rubio consideró oportuno refutar los informes de que el presidente había “perdido el interés” en Venezuela y pasó a otras preocupaciones. (Trump dijo que habló sobre Venezuela con cada jefe de Estado que se reunió en la cumbre del G-20 en Japón el mes pasado).
La continuación de la mala gestión de Maduro es frustrante, pero cualquiera que espere que la restauración de la democracia en Venezuela sea pulcra, ordenada y programada a tiempo para los noticieros, está juzgando mal los que está ocurriendo en el terreno.. En una entrevista reciente con la red de habla hispana de Estado Unidos Telemundo, Trump dijo que pensaba que no había sido “lo suficientemente duro” en Venezuela. En lugar de hacerse a un lado, debería aumentar la presión sobre el régimen de Maduro y sus colaboradores militares.
He aquí algunas políticas que la administración de Trump podría aplicar para acelerar la campaña en curso para forzar la expulsión de Maduro.
- Desvelar más acusaciones contra funcionarios venezolanos.
A diferencia de las sanciones individuales del Departamento del Tesoro, que ya están vigentes, y que pueden revertirse, las acusaciones del Departamento de Justicia son duraderas y mucho más importantes. Hasta la fecha, el Departamento de Justicia ha dictado cerca de dos docenas de acusaciones contra funcionarios venezolanos, casi todos por cargos de corrupción. Sin embargo, unos pocos han sido acusados de cargos relacionados con el narcotráfico, entre ellos Tareck El Aissami, el actual ministro de industrias y producción nacional, y Hugo Carvajal, el ex jefe de inteligencia militar, quien después de romper con Maduro fue arrestado por autoridades en España, y ahora está luchando contra la extradición a los Estados Unidos. Otras docenas de funcionarios venezolanos y unas 27 compañías han sido sancionadas por el Tesoro de los Estados Unidos por tráfico de narcóticos.
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El aumento constante del número de acusaciones contra funcionarios venezolanos aumentaría considerablemente el riesgo de quienes rodean a Maduro, y que podrían considerar dejar de apoyarlo y retirarse. Cuando esa gente vea que sus compatriotas pierden su futuro ante el largo brazo de la ley de los Estados Unidos, podría provocar el tipo de fractura de régimen que Estados Unidos y sus aliados regionales anticipan.
- Intensificar las operaciones antinarcóticos.
Venezuela bajo el chavismo se ha convertido en un importante punto de transbordo de drogas ilícitas a los Estados Unidos. Es lógico pensar que a medida que sus ingresos petroleros colapsan como resultado de la disminución de la producción, el régimen de Maduro depende cada vez más de las ganancias ilícitas de sus actividades criminales para mantener el poder. Los Estados Unidos deben oponerse a este desarrollo mediante el aumento de las operaciones antinarcóticos y la aplicación de la ley, incluidos más esfuerzos de interdicción por parte de la Guardia Costera de los Estados Unidos y más recursos para que la DEA interrumpa las redes de tráfico de drogas que atraviesan Venezuela. El Departamento del Tesoro necesita más personal y recursos también para enfocarse en interrumpir los esfuerzos de lavado de dinero del régimen de Maduro.
Los Estados Unidos también deberían considerar una política de derribar presuntos aviones antidrogas que abandonan el territorio venezolano. Esta táctica ha sido empleada efectivamente en el pasado, hasta que se detuvo su uso por un trágico accidente en 2001, cuando un caza peruano derribó un avión civil y mató a sus ocupantes. Sin embargo, considerando las circunstancias actuales, eso no debería impedir su reconsideración para vuelos confirmados de transportar drogas desde Venezuela.
- Operaciones de información
Durante las últimas décadas, el Departamento de Defensa de los EE.UU. ha desarrollado importantes capacidades para realizar operaciones de información, o en el lenguaje del Pentágono, Operaciones de Apoyo de Información Militar o MISO (por sus siglas en inglés: Military Information Support Operations), que pueden implementarse en situaciones de combate o no. Las MISO son operaciones planificadas que emplean propaganda, desinformación o información errónea para confundir, desviar la atención y, de otro modo, interrumpir y persionar la toma de decisiones de los adversarios. Son un medio no violento para configurar los resultados políticos en situaciones inciertas. En lugar de usar la fuerza para obligar, la estrategia se basa en manipular la lógica, el miedo u otros factores mentales para lograr objetivos estratégicos.
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Si bien el régimen de Maduro aún puede mantener el monopolio de la fuerza y la capacidad de inculcar el miedo y el terror en sus ciudadanos, es psicológicamente débil. Maduro y otros líderes principales son paranoicos, inciertos, desconfiados entre sí y con su propia gente, y petrificados de pasar el resto de sus vidas en prisiones de máxima seguridad de los Estados Unidos. Eso significa que están a punto para este tipo de manipulación.
- Autorizar acciones encubiertas
Las acciones encubiertas (de Estados Unidos) en América Latina tienen una carga histórica, pero estos no son tiempos ordinarios. De hecho, las operaciones encubiertas son una opción necesaria para enfrentar cualquier crisis internacional cuando la fuerza militar no es aconsejable, pero las sanciones económicas y diplomáticas no son suficientes. Una crisis humanitaria y migratoria que no se veía en América Latina en mucho tiempo ha ejercido una enorme presión sobre los vecinos de Venezuela, y es probable que esos gobiernos estén menos preocupados por el peso de la historia, que por los Estados Unidos haciendo todo lo posible para poner fin al desastre.
Las actividades encubiertas deben estar directamente dirigidas a socavar la cohesión del régimen, hacer hincapié en su incapacidad de mantener el control y convencer a las mentes dentro del Ejército de que el status quo ya no es sostenible.
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El colapso de Venezuela puede no tener un impacto negativo en los intereses regionales de los Estados Unidos al punto de que requiera una intervención militar, pero exige que Washington considere la gama completa de opciones en el “kit de herramientas” estadounidense. Ahora no es el momento de entrar en pánico o decretar un fracas de la política de los Estados Unidos. En su lugar, Trump debería solicitar que todos los departamentos y agencias del poder ejecutivo acudan a la mesa con estrategias para socavar el régimen de Maduro mediante el uso de la ley, las operaciones de información y otros medios encubiertos. Permitir que un autócrata inepto como Maduro desafíe a los Estados Unidos en su propio vecindario, permaneciendo en el poder por tiempo indefinido es simplemente inaceptable, por el bien de los venezolanos, y de los Estados Unidos.
Con información de Primer Informe