El presidente interino de Perú, Francisco Sagasti, expresó este lunes su profundo pesar por el ‘Vacunagate’, el escándalo de las vacunaciones en secreto que se administraron dos de sus ministras, el expresidente Martín Vizcarra y otros altos funcionarios antes de que cualquier ciudadano accediera a las dosis.
EFE
«¿Qué hemos hecho mal como país y como personas para poner al Perú con todas sus posibilidades y riquezas en una situación tan precaria y difícil? Esa es la primera reflexión que debemos hacernos como peruanos», indicó Sagasti durante una reunión con gobernadores regionales.
El mandatario de transición recordó que la crisis ética y moral revelada con las vacunaciones secretas se suma a la crisis sanitaria provocada por la covid-19, a la crisis económica y también a la crisis política surgida de las últimas elecciones de 2016, cuando el Ejecutivo y el Legislativo recayeron en signos políticos opuestos.
«Desde las profundidades tenemos que buscar esa capacidad de regeneración moral y ética sin la cual la recuperación económica, la paz social, la salud y la seguridad no podrán estar a disposición nuestra», indicó Sagasti.
COMPLICADA RESPONSABILIDAD
El presidente peruano recordó la debilidad de su Gobierno, sostenido por una votación en el Congreso donde fue elegido mandatario interino ante la presión popular suscitada por la crisis de noviembre y las masivas protestas en las calles que condujeron a la dimisión de su predecesor, Manuel Merino.
«No tengo ningún reparo en ejercer el poder constitucional, pero también soy consciente de que, nos guste o no, me eligieron 97 congresistas, muchos de los cuales no estaban convencidos de que yo fuera presidente sino que no les quedaba otra opción», apuntó Sagasti.
«Es un Gobierno que no tiene un apoyo parlamentario. Desde el primer momento deslindé de todos los partidos políticos, incluido del que yo vengo (Partido Morado) porque el país requería una apertura y una unidad que incluya a todos», añadió.
El jefe de Estado reiteró que los funcionarios beneficiados con las vacunaciones secretas serán apartados de su Administración como ya ocurrió con las ministras Pilar Mazzetti (Salud) y Elizabeth Astete (Relaciones Exteriores).
Ambas ministras recibieron las vacunas reservadas para el personal médico a cargo del ensayo clínico de la vacuna del laboratorio chino Sinopharm antes incluso que el propio Sagasti, que fue vacunado la pasada semana en el mismo día que se iniciaba oficialmente la vacunación en Perú.
«REINGENIERÍA TOTAL» DEL ESTADO
Sagasti valoró que en menos de una semana de campaña de vacunación oficial ya hay más de 80.000 profesionales de la salud a los que se le ha aplicado la primera dosis de la vacuna de Sinopharm, «y seguiremos avanzando a ese ritmo, en todo el territorio nacional».
El jefe de Estado mencionó que no lleva todavía ni cien días al frente del Gobierno de transición que debe dirigir el país hasta el próximo 28 de julio, día del bicentenario de la independencia de Perú, cuando asumirá el mando el presidente elegido en las elecciones generales convocadas para el próximo 11 de abril.
«Entonces, no es que uno no quiera ejercer la autoridad presidencial. Se ejerce, pero se es realista en los plazos y los tiempos y una de las cosas que he aprendido como presidente es que las cosas toman mucho más tiempo. Hemos creado un aparato estatal a lo largo de 200 años que requiere una reingeniería total», agregó.
El escándalo del «Vacunagate» saltó a menos de dos meses de la primera vuelta electoral y con el país sumido en plena segunda ola de la pandemia de la covid-19, que ya ha dejado en el país más de 100.000 muertes registradas, aunque apenas 44.000 confirmadas con prueba positiva para el virus SARS-CoV-2.
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