Hace casi un mes, Kamala Harris apareció en un popular programa de la cadena de TV estadounidense ABC en lo que se esperaba que sería una cordial entrevista que la proyectara a un público que quería saber más sobre ella.
Por BBC MUNDO
Pero la charla pronto se vio opacada por su respuesta a una pregunta sobre qué cosa hubiera hecho diferente al actual presidente Joe Biden: “No se me ocurre nada”.
La respuesta de Harris -usada por los republicanos en una publicidad política que la repetía una y otra vez- resaltó los vientos políticos contrarios que su campaña no fue capaz de superar en su decisiva derrota frente a Donald Trump este martes.
Públicamente, aceptó su derrota en la tarde del miércoles, exhortando a sus adeptos a que “no se desesperen”.
Pero un análisis profundo sobre dónde falló y qué más pudo haber hecho probablemente tomará más tiempo, mientras los demócratas empiezan a señalar con un dedo acusatorio y preguntarse sobre el futuro del partido.
Los encargados de la campaña de Harris mantuvieron silencio en las primeras horas del miércoles, mientras que algunos colaboradores expresaron con tristeza su estupor ante lo que esperaban que fuera una contienda mucho más apretada.
“Perder es insondablemente doloroso. Es duro”, escribió la administradora de la campaña de Harris, Jen O’Malley Dillon, en un email a su personal el miércoles. “Esto tomará mucho tiempo procesarlo”.
Como vicepresidenta en funciones, Harris fue incapaz de desligarse de un presidente impopular y convencer a los votantes de que podía ofrecer el cambio que buscaban en medio de una ansiedad económica generalizada.
El bagaje de Biden
Después de que Biden abandonara su campaña, tras el desempeño desastroso en un debate, Harris fue designada como candidata presidencial, ignorando el escrutinio de una primaria y sin que se lanzara un solo voto.
Inició su campaña de 100 días prometiendo una “nueva generación de liderazgo”, instando a las mujeres a unirse en torno a los derechos de aborto y prometiendo recuperar el apoyo de la clase trabajadora al enfocarse en asuntos económicos, incluyendo el alza de precios y la asequibilidad de vivienda.
A sólo tres meses de las elecciones, generó una ola de impulso inicial, que incluyó una ráfaga de memes en las redes sociales, el respaldo de estrellas que incluyeron a Taylor Swift y una entrada récord de donaciones. Pero Harris no pudo sacudirse del sentimiento anti Biden que permeaba a mucho del electorado.
La tasa de aprobación del presidente ha rondado consistentemente poco más del 40% durante sus cuatro años en el poder, mientras dos terceras partes de los votantes dicen creer que los EE.UU. va en la dirección equivocada.
Algunos aliados cuestionaron en privado si Harris continuaba siendo demasiado leal a Biden en su campaña para reemplazarlo. Pero Jamal Simmons, el exdirector de comunicaciones de la vicepresidenta, lo llamó una “trampa”, arguyendo que cualquier distanciamiento sólo le regalaría a los republicanos otra línea de ataque por ser desleal.
“Realmente no te puedes escapar del presidente que te ha escogido”, expresó.
Harris intentó seguir el camino muy estrecho de abordar el récord del gobierno sin ensombrecer a su jefe, manifestando renuencia a romper con cualquiera de las políticas de Biden al tiempo de no promoverlas abiertamente durante su campaña.
Pero luego no pudo comunicar un argumento convincente de por qué podría liderar el país, y de cómo manejaría las frustraciones económicas así como la extensa preocupación sobre la inmigración.
Unos 3 de cada 10 votantes expresaron que la situación financiera de sus familias estaba quedando rezagada, un aumento del casi 2 de cada 20 de hace cuatro años, según los datos de AP VoteCast, un sondeo de más de 120.000 votantes estadounidenses realizado por la organización investigativa NORC en la Universidad de Chicago.
Nueve de 10 votantes estaban entre muy y un tanto preocupados por el costo de los víveres.
El mismo sondeo encontró que 4 de 10 votantes opinaron que los inmigrantes indocumentados en EE.UU. deberían ser deportados a sus países de origen, un aumento de los más o menos 3 de 10 que dijeron los mismo en 2020.
Y aunque en la recta final de su campaña Harris intentó dedicarse a resaltar que su administración no sería una continuación de la de Biden, no logró delinear claramente sus propias políticas, frecuentemente esquivando los asuntos problemáticos en lugar de abordar directamente las fallas percibidas.
No pudo ampliar la base de apoyo de Biden
La campaña de Harris esperaba reagrupar la base de votantes que impulsó la victoria de Biden en 2020, atrayendo el núcleo del electorado negro, latino y joven así como ganando más votantes suburbanos con educación universitaria.
Pero sus resultados fueron decepcionantes con estos bloques clave de votantes. Perdió 13 puntos con votantes latinos, dos puntos con votantes negros y seis puntos con votantes menores de 30 años, según los sondeos a boca de urna, que podrían cambiar cuando se cuenten los votos, pero son considerados como tendencias representativas.
Bernie Sanders, el senador independiente de Vermont, que perdió la primaria presidencial demócrata de 2016 ante Hillary Clinton y la primaria de 2020 ante Biden, declaró en un comunicado que “no fue una gran sorpresa” que los votantes de la clase trabajadora hubiesen abandonado al partido.
“Primero fue la clase trabajadora blanca y ahora también son los trabajadores latinos y negros. Mientras el liderazgo demócrata defiende el estatus quo, el pueblo estadounidense está enfadado y quiere un cambio”, afirmó. “Y tiene razón”.
Mientras las mujeres en gran parte apoyaron a Harris sobre Trump, la ventaja de la vicepresidenta no sobrepasó los márgenes que su histórica campaña esperaba lograr en las urnas. Y no fue capaz de alcanzar sus ambiciones de atraer a las mujeres republicanas suburbanas, perdiendo 53% de las mujeres blancas.
En las primeras elecciones presidenciales desde que la Corte Suprema derogó el derecho constitucional al aborto, los demócratas esperaban que el enfoque de Harris en la lucha por los derechos reproductivos le darían una victoria decisiva.
Aunque 54% de mujeres votaron por ella, quedó corta del 57% que apoyaron a Biden en 2020, según los datos a boca de urna.
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