A pesar de los inestimables tesoros que encierran y de unas obras de renovación faraónicas, los museos de Berlín siguen estando muy por detrás de los de Londres, París o Nueva York. Una brecha que podría ahondarse aún más con la crisis sanitaria.
AFP
A dos pasos de la bulliciosa Potsdamer Platz, la Gemäldegalerie parece sumida en un profundo letargo.
No hay fila en las cajas y en las salas de exposiciones apenas hay gente, algunas están incluso desiertas, en un edificio que alberga, no obstante, una de las mayores colecciones mundiales de pintura, con obras maestras de Caravaggio, Rembrandt o Vermeer.
Una falta de atractivo del que tampoco escapan muchos otros museos de Berlín, y que se ha visto acentuado por la pandemia de COVID-19, que dejó a la capital alemana prácticamente vacía de turistas desde hace casi cuatro meses.
Para el especialista cultural del Süddeutsche Zeitung, Jörg Häntzschel, el fenómeno está vinculado a “una cultura de la exclusividad, a la falta de transparencia y a la arrogancia institucional” que encarnan los museos berlineses.
Un informe encargado por el ejecutivo de Angela Merkel dio la voz de alarma no hace mucho y denunció como institución arcaica y elitista a la Fundación del Patrimonio Prusiano (SPK), que gestiona los 19 museos de la capital.
Mastodonte
La fundación es una de las más importantes instituciones culturales del mundo, con 15 colecciones y 4,7 millones de piezas.
Con unos 2.000 empleados y un presupuesto de 335 millones de euros para este año, este mastodonte es el organismo que más trabajo da en el ámbito de la cultura en Alemania.
Además de la Gemämdegalerie, también gestiona el Museo Pérgamo, con sus joyas de la antigüedad (como la Puerta de Ishtar), la Neue Nationalgalerie y su edificio diseñado por Mies van der Rohe, o el museo de arte contemporáneo Hamburger Bahnhof.
Su tesoro más famoso, conservado en el Neues Museum, es el busto de Nefertiti, considerado la segunda representación más célebre de un rostro femenino, después de la Gioconda.
Pero hasta ahí las comparaciones con el Louvre pues, en términos de visitantes, los museos berlineses están muy lejos de rivalizar con la institución parisina.
El año pasado atrajeron a 4,2 millones de visitantes en su conjunto, mientras que 9,6 millones de personas acudieron al Louvre para contemplar la Venus de Milo o la Balsa de la Medusa.
Los expertos del consejo científico, encargado de asesorar al gobierno en materia cultural, son unánimes: las instituciones berlinesas “podrían quedarse al margen a nivel internacional”, según Marina Münkler, que dirigió el informe entregado a la ministra de Cultura, Monika Grütters.
Algunos expertos incluso piden que se desmantele la Fundación del Patrimonio Prusiano, considerada “disfuncional”.
El informe critica duramente a la Fundación y a sus “concepciones, en parte desfasadas, del trabajo museístico”.
Sin wifi
También se criticó el pobre desarrollo de las actividades digitales, mientras que los grandes museos de todo el mundo apuestan por las visitas virtuales, especialmente interesantes en estos tiempos en los que se están restringiendo los desplazamientos.
“Muchos museos internacionales tienen muchos seguidores en las redes sociales (…) Se pueden crear aplicaciones sobre exposiciones. Pero en Berlín, esto no es posible porque en muchos museos ni siquiera hay wifi”, lamentó Marina Münkler en el Tagesspiegel.
Más prudente, la ministra de Cultura, Monika Grütters, consideró que las propuestas del informe eran “un primer y muy importante paso para garantizar el futuro de la Fundación” y prometió reformas en los próximos tres o cinco años.
Sin embargo, Alemania ha hecho importantes inversiones en los últimos años, como en las obras faraónicas de la Galería James-Simon, donde se realizó una majestuosa entrada —diseñada por la estrella de la arquitectura David Chipperfield— que da acceso a la Isla de los Museos, inscrita en el Patrimonio Mundial de la Unesco.
El coste de las obras fue de 134 millones de euros.
Tras más de cinco años de trabajos, la Neue Nationalgalerie, en cuyas paredes cuelgan verdaderas joyas del expresionismo, debería abrir al público el próximo año.
Y justo al lado abrirá, dentro de seis años, un nuevo museo dedicado a los artistas del siglo XX y cuyo coste, evaluado en 450 millones de euros, ya fue revisado al alza.
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