La visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ayer a un centro de vacunación de Nazaret, ciudad de mayoría árabe del norte de Israel, se saldó con una veintena de detenidos por la Policía en una protesta contra el primer ministro donde los agentes emplearon «violencia extrema», denunció hoy la ONG israelí Adalah.
EFE
«Durante la manifestación ayer en Nazaret contra la visita» de Netanyahu, «las fuerzas policiales israelíes arrestaron a 19 ciudadanos palestinos de Israel» y «obstaculizaron la evacuación de dos heridos que requerían atención médica urgente», añadió.
Según concretó, estos eran un joven que sufrió «una fractura en el cráneo» y otro con «una grave herida en la pierna».
Según medios, que citaron a fuentes policiales, los choques con los manifestantes -varias decenas- se produjeron después de que estos intentaran impedir a los agentes colocar vallas de separación antes de la llegada del jefe de Gobierno.
La visita de ayer fue la tercera en dos semanas a una ciudad árabe-israelí, lo que según analistas denota su interés para acercarse a este público. Además, su partido, el derechista Likud, busca figuras de ciudadanos árabes con peso en la comunidad para integrar en su lista electoral.
Analistas señalan que este partido busca obtener rédito político de la veloz campaña de vacunación contra el coronavirus, y atraer también a los votantes árabes ante los próximos comicios israelíes de marzo.
Parte de los árabes-israelíes, más del 20% de la población y originarios o descendientes de las poblaciones autóctonas antes de 1948, reivindican su identidad palestina e históricamente han denunciado discriminación y un trato como ciudadanos de segunda, lo que les alejó en gran medida de la derecha nacionalista de Israel.
La retórica anti-árabe ha sido un elemento recurrente en los movimientos derechistas israelíes, e incluso se les ha llegado a tachar de ser una quinta columna por su vínculo con los palestinos de Cisjordania y Gaza.
En la cita electoral de 2015, Netanyahu pidió a sus seguidores ir a votar asegurando que los árabes estaba yendo a las urnas «en masa», una polémica declaración por la que se le tachó de racista.
Durante su discurso ayer en Nazaret, y en un aparente giro para intentar ganarse la simpatía de un sector de población que le ha sido generalmente hostil, el primer ministro consideró que «los ciudadanos árabes deben ser parte de la sociedad israelí», y se disculpó por sus comentarios de 2015.
Alegó que su declaración se distorsionó, y que con ello solo pretendía debilitar el apoyo a la Lista Unida -coalición de partidos árabes que actualmente es tercera fuerza en el Parlamento israelí-.
Netanyahu aseguró que «todos los ciudadanos de Israel, árabes o judíos, deben votar».
Recientemente, Netanyahu se ha acercado al partido islamista y conservador que integra la Lista Unida, cuyo líder, Mansur Abás, se ha mostrado dispuesto a colaborar con Netanyahu si este aplica políticas que beneficien al sector árabe, marcado en Israel por altos índices de violencia y crímenes mortales provocados por grupos de delincuentes.
El acercamiento de Netanyahu con Mansur, no obstante, generó una fricción interna dentro de la Lista Unida, cuya mayoría de diputados se niega a forjar vínculos con la derecha israelí.
«Netanyahu miente sin pestañear. Incitó contra todos los votantes árabes (por el hecho de ser) árabes. Recientemente descubrió el voto árabe a través de sus asesores y ahora está tratando de convertirnos en sus idiotas», reaccionó Ahmad Tibi, parlamentario de la Lista Unida, según declaraciones recogidas hoy por medios israelíes.
Según añadió, su aproximación «es un amor temporal por el voto árabe que se evaporará tan pronto como terminen las elecciones».