Usuarios de redes sociales alertaron sobre una capa de humo en el cielo caraqueño el pasado fin de semana. El fenómeno fue asociado inmediatamente a la llamada calima. Sin embargo, la duda se despejó cuando expertos expusieron que se trataba de polvo del Sahara. El fenómeno ambiental, habitual para esta época del año, agrega a la atmósfera una serie de hongos, bacterias y partículas asociadas al aumento de enfermedades, principalmente respiratorias.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nube afecta a Centroamérica y el Caribe, además de los países de la región subsahariana. Los agentes patógenos viajan alrededor de 10.000 kilómetros desde el desierto del Sahara, en África, de ahí su nombre. Gran parte de las partículas se mezclan en la superficie del Océano Atlántico. Mientras que el resto se asienta en el océano o elimina del aire con la lluvia.
Lo que llega a Venezuela y otras naciones induce una disminución de la calidad del aire. Entre las afecciones más comunes relacionadas por el contacto directo con los agentes infecciosos figuran el asma bronquial y rinitis. Asimismo, se registra un alza de alergias y padecimientos visuales, entre los que destaca la conjuntivitis. En menor escala y gravedad se le asocia con problemas en la piel, como resequedad y un incremento de alergias.
Por esto, desde 2017, el organismo extendió una alerta a los gobiernos de los países afectados a revisar los indicadores de calidad atmosférica y realizar campañas informativas, a fin de que la población esté prevenida acerca del potencial daño a la salud que representa este fenómeno. El riesgo varía según el organismo de cada paciente. El polvo cubre un área de casi 800 kilómetros de ancho, que contiene bacterias virus y esporas. Asimismo, arrastra agentes químicos como hierro y mercurio.
Riesgos
Entre los elementos más peligrosos que trae la nube están pesticidas, que recoge de su paso por las amplias zonas deforestadas del Norte de África. Esa región padece desde hace décadas la desertificación, ocasionada por la reducción de sus bosques por el uso indiscriminado de estos contaminantes. Debido a esto, se ha visto un auge progresivo del daño ambiental y del potencial infeccioso de la nube al contacto con humanos e incluso otras especies de animales.
Las personas con historial de enfermedades respiratorias y con fallas en su sistema inmunológico son las más propensas a enfermarse por la aspiración de los agentes infecciosos. En el caso de alergias y crisis de asma son más detectadas en esta época por esta causa, agregó la OMS. Del mismo modo se registra un alza en la incidencia de gripes que llegan a ser persistentes sin una causa aparente. Aunque no se ha demostrado una relación directa con el llamado polvo sahariano, su incremento coincide con la llegada y prolongación de la nube.
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