La confrontación armada que sostienen dos facciones de disidentes de las antiguas FARC-EP y combatientes del ELN se ha vivido con más fuerza en Arauquita, Saravena y Fortul, poblaciones del departamento de Arauca.
La ubicación de Arauquita, separada de Venezuela por el río Arauca, hace más complejo este conflicto, pues el paso que comunica con el vecino país es más fácil y es desde allí donde, según lo señalado por el Ministro de Defensa, Diego Molano, se habrían planeado los dos atentados con carro bomba que han detonado las disidencias de las FARC en Saravena.
Desde luego, el paso fronterizo hace más vulnerable a Arauquita, que se ha convertido en un municipio receptor de desplazados no solo por los combates que se han registrado al otro lado del río, sino por la emergencia humanitaria que viven los habitantes del país vecino.
Arauquita, en Colombia, y La Victoria, en Venezuela, tienen algo más que sentimientos de solidaridad por la situación que padece la región hay una profunda preocupación por el futuro de los jóvenes.
Del lado colombiano, Edgar Murillo, rector del Colegio Gabriel García Márquez, cuenta que los padres de familia no han querido enviar sus hijos al inicio del calendario escolar porque temen que puedan ser reclutados por los grupos armados.
«Como la guerra está produciendo bajas, necesitan que se armen nuevamente y aquí es normal que se recluten los chicos y las chicas de una cierta edad y eso lo tenemos que evitar. Tal vez no se dan cuenta, pero es importantísimo que pongamos el enfoque en las soluciones, pero no militarizando el departamento, sino reforzando la educación», declaró Edgar Murillo
Para el educador, hay un riesgo muy alto de que la expansión de las disidencias de las FARC requiera un mayor número de combatientes y, por otra parte, sostiene que la falta de oportunidades y el desempleo en la región puede contribuir a que ese fenómeno se dispare.
Según indicadores del Departamento Nacional de Estadística, DANE, Arauca tiene el 32,5% de desempleo, es decir, una tercera parte de la población no tiene con qué sobrevivir y es allí dónde se debe atacar el problema. «No aumentando el número de uniformados», dice Murillo.
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Desarmar el lenguaje de la guerra
En medio de este complejo panorama Noticias Caracol encontró a un líder comunal que está empeñado en que los niños y jóvenes no caigan en la trampa de la guerra. Néstor Suárez ha lanzado una cruzada para que los padres de familia no regalen a sus hijos juguetes bélicos, pues le preocupa ver a los niños jugando a la guerra, haciendo parte de un bando u otro. Es algo «inaceptable» dice.
«Me preocupa la familiarización que tienen con el conflicto, los niños arman fusiles de madera para jugar a que se enfrentan entre bandos. Si no hacemos nada, si dejamos eso así pues ellos van a llevar esto a la práctica dentro de unos pocos años», manifestó Néstor Suárez.
Con pocos recursos realiza jornadas de cine sin violencia para los niños del barrio, regatea las palomitas de maíz para los niños, cosas pequeñas dice, pero no se pueden quedar con los brazos cruzados.
«El llamado es a repudiar los juguetes bélicos, no enseñemos a los niños desde pequeños a utilizar armas, es que el sitio se presta para que los niños se familiaricen con el conflicto, con las armas. Entonces, todo lo que podamos hacer, por pequeño que sea, yo creo que cuenta, necesitan más educación. Nosotros en este asentamiento no tenemos un parque, los niños juegan al frente de sus casas», añadió Néstor Suárez.
Las condiciones sociales de los arauquiteños son deplorables, puesto que pocos tienen acceso a agua potable y un gran número de sus pobladores viven en medio de la pobreza. Los sectores más vulnerables, en muchos casos, sobreviven con las ayudas de organismos internacionales como la ONG Save the Children que desde hace varios años opera en Arauca.
Jeremías Pabón, gerente de zona de Save the Children, dice que les preocupa mucho esta escalada de violencia porque los más vulnerables son los jóvenes y son los que más necesitan protección
«Para Save the Children es muy importante de que los niños y niñas y adolescentes estén protegidos, aprendan y sobrevivan en este sentido. Hay una preocupación de que los niños sean usados en este conflicto que no tienen nada que ver en este confrontamiento de actores armados», expresó Jeremías Pabón.
Por eso, trabajan en dos frentes: uno, el tema de protección, fortalecimiento del entorno familiar y dos, atención a casos específicos, apoyo psicosocial y activación de rutas de protección.
En la últimas horas, se registraron fuertes enfrentamientos en la población venezolana de la Victoria, frente a Arauquita. La guerra se mueve entre las dos orillas del río y en su vaivén sufre la población civil.
Desde ya se prevé que vendrá un nuevo éxodo de migrantes del vecino país que, como hace algunos meses, llegaron huyendo de los combates, muchos de ellos niños y jóvenes, los mismos que gente como el profesor Murillo y Néstor Suárez quieren proteger para que no terminen engrosando las filas de las guerrillas.
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