Con tres semanas de embarazo y a punto de comenzar un trabajo lejos de casa, Lupita Ruiz no tenía dudas de abortar, a pesar de saber que podría terminar en la cárcel por ello, según la ley en su natal Chiapas, un estado ubicado en el sur de México.
Reuters
La mujer, ahora de 27 años, pidió ayuda a sus amigas hasta que encontró a un médico a dos horas de su pueblo que accedió a practicarle el procedimiento en secreto.
Un lustro después, los legisladores de Chiapas esperan considerar una iniciativa para detener los enjuiciamientos de mujeres que interrumpen sus embarazos, parte de un movimiento que se extiende por Latinoamérica para flexibilizar algunas de las leyes antiaborto más restrictivas del mundo.
Varios de los 20 países de la región prohíben el aborto por completo, incluido El Salvador, que ha condenado a algunas mujeres a hasta 40 años de prisión. La mayoría de las naciones, incluida Brasil -la más poblada de la zona-, permiten el aborto sólo en circunstancias específicas, como una violación o cuando la salud de la madre corre riesgo.
Solo Uruguay y Cuba permiten abortos electivos.
En México, se aplica un mosaico de restricciones estatales, pero el debate está cambiando, dijo Ruiz Coutiño.
“Cuando alguien hablaba de aborto, lo susurraba”, confesó la activista, quien ayudó a redactar la iniciativa de Chiapas. “Ahora puedo sentarme a comer un tamal y tomar un café y hablar con mi mamá y mi abuelita sobre aborto”.
El cambio es palpable en la región predominantemente católica. El presidente argentino, Alberto Fernández, propuso la legalización este mes, los activistas chilenos apuntan a incluir derechos reproductivos más amplios en una nueva constitución y las legisladoras en México se resisten a las prohibiciones.
El impulso se remonta a 2018 cuando hasta un millón de mujeres argentinas protestaron para respaldar un proyecto de ley de legalización del aborto que, finalmente, no se aprobó en el país de origen del Papa Francisco.
Catalina Martínez, directora para América Latina y el Caribe de la organización de defensa legal Centro de Derechos Reproductivos, dijo que el ejemplo de Argentina inspiró las protestas en todo el subcontinente.
“Fue un despertar”, aseguró.
La indignación por el empeoramiento de la violencia de género en Latinoamérica, donde el número de feminicidios se ha duplicado en cinco años, también ha creado conciencia sobre el movimiento por el derecho al aborto y ha alimentado las demandas de reconocimiento de los derechos de las mujeres, en una sociedad conservadora dominada por hombres.
“Las mujeres finalmente están entendiendo que no son temas separados”, confesó Catalina Calderón, directora de campañas y programas de defensa del Centro de Igualdad de la Mujer, con sede en Nueva York.
El auge de las redes sociales ha brindado a las mujeres la oportunidad de evitar los medios controlados por el statu quo y llamar la atención sobre sus historias, dijo Calderón.
“Ahora están ahí para que el público discuta y las mujeres reaccionen y digan: ‘Esto no funciona. Tenemos que hacer algo’”, sostuvo Calderón.
Al igual que en Estados Unidos, donde los conservadores han logrado avances en la restricción del derecho de las mujeres al aborto, en Latinoamérica hay un rechazo a los llamados a una mayor liberalización. Brasil, bajo el mandato del derechista Jair Bolsonaro, está dificultando aún más el aborto.
La Conferencia Episcopal Argentina ha dicho que no quiere debatir sobre el aborto durante la crisis del coronavirus y aludió a los comentarios del Papa, en los que instó a respetar a quienes “todavía no son útiles”, incluidos los “no nacidos”.
Sin embargo, la confianza en la Iglesia católica, que cree que la vida comienza en la concepción, se está desvaneciendo, y muchos latinoamericanos cuestionan su legitimidad moral debido a varios escándalos de abuso sexual por parte de sus sacerdotes.
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