El movimiento “antimascarillas” en plena expansión en Alemania, cuya última manifestación el miércoles en Berlín dio lugar a incidentes reprimidos por la policía, llama la atención por su carácter heterogéneo.
AFP
Desde militantes neonazis hasta activistas pacifistas y de la causa LGTB figuraban entre 10.000 opositores a las medidas de restricción impuestas para combatir la pandemia de covid-19.
El único punto en común es la minimización del peligro de la pandemia y la desconfianza hacia las instituciones.
Una nueva movilización está prevista este fin de semana en Leipzig, ciudad del este de Alemania donde otra protesta a principios de noviembre se saldó con enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Delante de a puerta de Brandeburgo en la capital el miércoles, se mezclaban banderas de la comunidad LGBT, el emblema del pacifista Gandhi y también el del movimiento complotista estadounidense QAnon.
Manifestantes, que llevaban gorras con el lema “Trump 2020”, desfilaban junto a partidarios de la ecología comunitaria, del esoterismo, evangelistas o hippies.
La mayoría de los manifestantes se centran en el rechazo a la vacunación, a la vez que minimizan los peligros del covid-19.
“La mortalidad no es mayor que durante oleadas de gripe”, aseguraba a la AFP Ina Meyer-Stoll, una manifestante que llevaban una pancarta con el mensaje: “Gente de izquierdas también está en contra”.
Sin embargo, los científicos y la OMS demostraron que la “tasa de letalidad” del covid es mucho más elevada que la de la gripe estacional.
Nuevos conspiracionistas
Junto a ella, Achim Ecker, de unos 50 años de edad y fiel elector de Los Verdes, explica que perdió la confianza en los partidos políticos, que, a su juicio, impulsaban una vacuna con un proceso de control chapucero.
Bonny, una estudiante con una pegatina en forma de flor en la frente, denuncia restricciones que le “roban la juventud”.
Bajo su inofensiva apariencia de abuela, Birgit Vogt, de 75 años de edad, niega la existencia de la pandemia y no duda en establecer un paralelismo entre las restricciones y la toma del poder de los nazis en Alemania en 1933.
“El miedo y el pánico permiten controlar a las masas, como en tiempos de Hitler”, aseguró.
“Como tras el 11 de septiembre (de 2001, fecha de los ataques suicidas en Estados Unidos), que inspiró numerosas teorías conspirativas, temo que estemos asistiendo al mismo fenómeno con la pandemia”, indicó a AFP Miro Dittrich, de la Fundación antirracista Amadeu Antonio.
“El número de adeptos aumenta de manera espectacular y muchos son recién llegados. El confinamiento jugó su papel, con gente aislada de su entorno social y pasando un enorme tiempo en Internet”, afirmó.
Contra una élite
También se suman algunos extremistas de derechas, cercanos al partido AfD, o neonazis en la mira de los servicios de inteligencia.
El miércoles, frente a la policía, un grupo de una decena de personas coreó al término de la manifestación “Sieg Heil”, efectuando el saludo hitleriano, constató un periodista de AFP. Anteriores protestas estuvieron salpicadas de consignas antisemitas.
Los agentes utilizaron cañones de agua para dispersar la manifestación de Berlín y hubo 365 personas detenidas.
“El vínculo entre la conspiración y la extrema derecha es, desafortunadamente, lógico, pues comparten numerosas teorías. Así, para ambos, una pequeña élite controla secretamente los acontecimientos en detrimento de los ‘alemanes’, controla toda la información de la ‘prensa generalista’ y la ‘verdad’ solo se encontraría en los medios alternativos”, analiza Dittrich.
La derecha radical contaría con la epidemia para obtener nuevos adeptos entre los opositores a las vacunas, advierte un estudio internacional encargado por el gobierno alemán y publicado el viernes.
“Los cambios provocados por la pandemia refuerzan la influencia de todos aquellos que, antes incluso de la aparición del virus, se consideraban como los opositores a la corriente dominante”, resume este informe.
Detrás de las manifestaciones en Alemania se encuentra el movimiento de los “Querdenkers” (“Librepensadores”).
Fundado en Stuttgart a principios de año, se define como un “movimiento de libertad”, “pacífico y no sectario”, y reivindica más de 100.000 simpatizantes, incluido personalidades como el exfutbolista internacional Thomas Berthold.
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