El candidato a la presidencia de Colombia, Rodolfo Hernández tuvo una entrevista sentida con Andrés Oppenheimer en CNN. El periodista contó los detalles de esa conversación que será publicada completa el domingo en la noche, pero reveló algunos apartes. Lo más conmovedor, relató el analista, tuvo que ver con los recuerdos que tiene el candidato sobre su hija Juliana.
Oppenheimer le preguntó a Hernández cómo le cambió la vida el secuestro y posterior asesinato de su hija Juliana. En esa respuesta, el ingeniero no pudo contener las lágrimas. “Me metí a la política para ver cómo colaborar con ese flagelo que tuvimos los colombianos, a ver cómo se corregía, porque yo sé que todo eso que pasó en Colombia fueron expresiones de necesidades del sector campesino que en la época los gobiernos no atendieron. Cuánto dolor tuvo que correr, cuántas destrucciones de familias… Ahora que tengo la posibilidad de ayudar, me voy a dedicar a la paz”.
¿Qué pasó con Juliana?
A Rodolfo Hernández, los recuerdos de Juliana le llegan al alma cada instante. Su hija, una joven que desapareció en 2004 sin dejar rastro, protagonizó una historia indescifrable que 17 años después no logra entenderse.
Socorro tomó un carro y pidió que la llevaran a un orfanato dirigido por religiosas católicas, en Bucaramanga. Y allí, después de cumplir con las normas y documentos exigidos, le entregaron a Juliana.
Juliana creció como la niña mimada de la casa. Rodolfo la alzaba, la llevaba de la mano, la acompañaba a fiestas y le mostró parte del mundo. Se amaban con locura y nunca le faltó nada.
Socorro era más estricta. Aun así, la relación entre madre e hija era maravillosa.
A Juliana, aficionada a la gimnasia y los aeróbicos, empezaron a extrañarla días después de su desaparición. Su padre llamaba al teléfono, pero ella no contestaba. Y en su residencia tampoco respondía. El lugar permanecía desocupado.
Cuando Juliana desapareció
¿Qué pasó con Juliana? Las versiones fueron varias. Una de ellas apuntó a que en 2004 salió de su apartamento con un joven a tomar una cerveza. Se dirigían a Ocaña a disfrutar de los festivales de enero. “Yo le pedí que no fuera”, rememora Rodolfo Hernández con un tono amargo.
Las chicas, junto con otras compañeras de quinto semestre de Derecho de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, donde estudiaba Juliana, se hospedaron en una finca. De repente, según versiones de testigos, hombres sin identificar se la llevaron. Al parecer, eran delincuentes comunes que se enteraron de que era la hija de Rodolfo Hernández, el afamado ingeniero, empresario y constructor de Santander. Una de sus compañeras también fue plagiada, pero días después la dejaron libre. Ella, según contó, no tenía dinero para financiar su liberación y los captores la devolvieron a su familia.
Pero los Hernández Suárez no contaron con la misma suerte. Rodolfo Hernández empezó una búsqueda que paró en 2021. Habló con intermediarios, envió mensajes a grupos armados, pero no encontró eco. Al contrario, le cobraron a través del teléfono una millonada. Él –quien ya había vivido la historia del secuestro porque las Farc plagiaron a su padre– no aceptó pagar a cambio de que le devolvieran la hija.
Le exigían que –como ocurrió cuando su padre, que estuvo en cautiverio 135 días por las Farc– fuera y entregara el dinero. El temor en la familia era que él también terminara secuestrado.
¿Quién secuestró a la hija de Rodolfo Hernández?
Años después, la familia confirmó que el ELN había sido el responsable y la delincuencia la había vendido a esa guerrilla. Hernández, cuando se convirtió en alcalde de Bucaramanga, pidió una cita y habló con el expresidente Juan Manuel Santos. “Le pedí ayuda y él prometió ayudarme, hizo lo que estuvo a su alcance”, relató el hoy candidato.
Desde el momento del secuestro, la vida en la familia Hernández Oliveros cambió. Socorro entró en una profunda tristeza y Rodolfo, su esposo, se dedicó a tender puentes para encontrar noticias de la joven, pero con la convicción de que no pagaría un peso. Entregar plata a los delincuentes era seguir propiciando el secuestro de nuevas víctimas, repetía.
Los días pasaron, las noticias cada vez eran más remotas y el duelo empezó a hacerlo cada uno por aparte. Rodolfo José y sus demás hermanos se hicieron a la idea de que Juliana se había ido del país. Y la familia no fue ajena a las falsas noticias. “A tu hermana la vimos en Unicentro, en Bogotá”, les dijeron varias veces, pero era falso.
No asimila lo ocurrido
El hoy candidato a la Presidencia aún no asimila lo ocurrido. Era la primera hija, la joven que vio crecer y que le sacó más de un dolor de cabeza. Cuando no sobrepasaba los 20 años, Juliana quiso aprender a hablar inglés. El exalcalde la envió de intercambio a Londres. La joven estudió, pero, al mismo tiempo, se enamoró de un judío radicado en Inglaterra. “Papito, me voy a casar”, le informó ella a Rodolfo y él, sin pensarlo dos veces, compró tiquetes, voló y la trajo de regreso. Era impensable que su hija, a sus 19 años, estuviera frente al altar.
La orden fue de Rodolfo Hernández hasta 2021 porque por razones contables el tema fue delicado. Por ahora, mediante una acción judicial, espera que a su hija la declaren como víctima de desaparición forzada y así sus cosas pasarán automáticamente a nombre de su madre, Socorro.
“No creo que ella esté viva, si lo estuviera ya me hubiera mandado una razón. A ella la ajusticiaron, seguramente, ante mi negativa de no sacar plata para pagar al grupo armado”, reconoce el candidato, quien durante el cara a cara de SEMANA y El Tiempo recordó el lamentable episodio de su hija, un hecho que despertó la solidaridad, pero también el repudio de sus críticos más ácidos, que estiman que el candidato utiliza lo ocurrido durante cada campaña política.
“Siempre habrá críticos, eso simplemente es la politiquería”, desdeña Hernández. “Yo trato de no hablar de eso, pero cuando tocan el tema fijo mi posición”, afirmó.
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