Manaos, una ciudad brasileña de más de dos millones de habitantes que se encuentra a cientos de kilómetros de la costa atlántica en medio de la selva tropical del Amazonas, se ha destacado como uno de los principales puntos críticos de COVID-19 del mundo. Trágicamente, continúa brindando lecciones acerca de lo que no se debe hacer para aliviar la propagación del SARS-CoV-2.
La ciudad y Brasil en su conjunto se han convertido en un ejemplo de lo que sucede cuando un país sigue una estrategia para negar la pandemia y adoptar la inmunidad colectiva dejando que el virus se propague sin control. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha promovido la idea de dejar que el patógeno se mueva por toda la población hasta que la mayoría de las personas se hayan infectado. Ha restado importancia a la gravedad de la crisis, diciendo que la nación de 211 millones de habitantes tiene que reconocer que la muerte es inevitable. El país registra actualmente alrededor de una cuarta parte de todas las muertes semanales por COVID-19 a pesar de ser el hogar de menos del 3% de la población mundial.
El legado del enfoque de la nación para contrarrestar el COVID-19 ha significado que el número creciente de casos y las muertes registradas en Manaos y el resto de Brasil ahora se están extendiendo por el mundo en forma de una nueva variante del virus. Los estudios sugieren que esta variante podría propagarse más del doble de rápido. “Manaos fue la primera ciudad en sufrir el colapso de su sistema de salud en la nueva ola -dice el médico y neurocientífico brasileño Miguel Nicolelis-. Pero ahora hay muchos ‘Manaos’ en las cinco regiones de Brasil. El país necesita urgentemente la ayuda de la comunidad internacional para manejar esta situación o nuevas variantes de aquí continuarán extendiéndose por todo el mundo”.
Manaos fue devastada por una primera ola de casos de COVID-19 que comenzó en marzo pasado. El exceso de muertes, las 3457 personas de la ciudad que murieron por encima de las cifras de mortalidad esperadas entre el 19 de marzo y el 24 de junio de 2020, representó el 0,16% de la población relativamente joven de Manaos . Y el 7% de los hombres mayores de 75 años murió en el pico de la propagación.
Las infecciones eran tan frecuentes que los investigadores de la Universidad de San Pablo y sus colegas concluyeron que Manaos fue la primera ciudad del mundo en alcanzar la inmunidad colectiva, el punto en el que suficientes personas son inmunes a un virus que dificulta la propagación de nuevas infecciones. Su estudio preliminar de preimpresión estimó que el 66% de la población había sido infectada con SARS-CoV-2 (luego revisaron su cifra al 76% en octubre). Se desconoce el umbral de inmunidad colectiva al COVID-19, pero las proyecciones que se citan a menudo oscilan entre el 60 y el 90 por ciento. También se han encontrado tasas de infección igualmente elevadas en la Amazonía peruana y colombiana.
Después de un pico de hospitalizaciones y muertes en abril pasado, las cifras cayeron a niveles relativamente bajos hasta noviembre de 2020, a pesar de la reapertura de escuelas y negocios. Algunos investigadores brasileños advirtieron que la pandemia no había terminado. Las infecciones podrían aumentar y la ausencia de medidas de salud pública más estrictas condenaría a la ciudad a un resurgimiento. La respuesta de los funcionarios, dicen, fue siempre la misma: la inmunidad colectiva los protegería. “Esta falsa sensación de seguridad precipitó la nueva ola de infecciones”, explica Jesem Orellana, epidemiólogo con sede en Manaos de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), un importante instituto brasileño de salud pública.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.