Rotas las relaciones con su jefe y queriendo aparentar normalidad, Mike Pence decidió representar ayer a la Administración saliente en la jura de Joe Biden en el Capitolio. Al hacerlo, el ya ex vicepresidente de Estados Unidos visitó con su mujer el mismo Capitolio en el que 14 días antes una turba quiso lincharle por negarse a invalidar el resultado de las elecciones.
Ayer, Pence se encargó de demostrar al mundo que el grueso del Partido Republicano ha dejado de estar con Trump y respeta y honra el traspaso de poderes. Tras que Biden, ya presidente, dijera en su discurso que quería curar las heridas de la nación y pasar página, Pence aplaudió de pie, como hacían los demás.
Normalmente, tras la jura, el nuevo presidente y su vicepresidente acompañan a sus predecesores a la escalinata oriental del Capitolio y los despiden desde allí. Al no estar Trump ayer, toda la atención recayó en Pence, quien además había dado el relevo a la primera mujer en ocupar el cargo.
Le acompañó Kamala Harris hasta su coche, y ambos hablaron durante un buen rato, de forma distendida, como si el traspaso de poderes hubiera sido fácil, y no hubieran existido las incendiarias denuncias de fraude de Trump y el saqueo de ese mismo Capitolio el 6 de enero, en el que murieron cinco personas.
Lealtad institucional
Lo cierto es que, al final, los republicanos, comandados por Pence, arroparon a Biden. Estaban en la toma de posesión en el Capitolio hasta aquellos que votaron en contra de certificar los resultados de las elecciones en el pleno del 6 de enero, interrumpido por el saqueo, como el senador Ted Cruz. Cerca del presidente estaban los máximos líderes republicanos en el Senado, Mitch McConnell, y la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. Ambos se reunieron con Biden y Harris dentro del Capitolio después de su jura, y les desearon mucha suerte en un signo de cordialidad y normalidad institucional ya después de la era Trump. En señal de paz, al menos de momento, les diputados republicanos se unieron a sus compañeros demócratas y le regalaron al presidente y la vicepresidenta dos fotografías enmarcadas de la ceremonia de jura que acababa de tener lugar.
Fue Pence quien dio el golpe final a las aspiraciones de Trump de invalidar el resultado de las elecciones de noviembre, al negarse a impugnar el recuento en un pleno en el Capitolio el 6 de enero. Mientras la turba asaltaba aquel edificio donde ayer juró Biden, el propio Trump insultaba a su propio ‹número dos› al llamarle «cobarde». En aquel momento, los asaltantes tomaron el Capitolio y comenzaron a gritar: «Ahorcad a Pence». Este fue evacuado por el Servicio Secreto y, en cuestión de minutos, los agresores estaban sentados en la silla que había ocupado, llamándole «traidor». Trump no llamó entonces a su vicepresidente, y la relación entre ambos ha quedado completamente rota por ello. Se han visto una vez más, y en su despedida Trump mencionó a Pence apenas de pasada.
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