Las decenas de miles de personas que han fallecido por el COVID-19 en Perú, el país con la tasa de mortalidad más alta en el mundo por la pandemia, fueron homenajeadas este domingo en un misa concelebrada por todos los obispos de la región Lima y del Callao en la plaza de Armas de la capital peruana.
EFE
La liturgia nocturna fue presidida por el arzobispo metropolitano, Carlos Castillo Mattasoglio, y se celebró al aire libre en el atrio de la Catedral, ubicada a un lado del Palacio de Gobierno y frente al Palacio Municipal de Lima.
En varios momentos emotivos de la ceremonia se proyectaron en la fachada de la Catedral las fotografías de mujeres y hombres, ancianos, adultos, jóvenes y niños, que han muerto por el COVID-19 y fueron enviadas al Arzobispado de Lima por sus familiares.
También se mostraron imágenes religiosas y de santos peruanos, como el Señor de los Milagros, Santa Rosa y San Martín de Porres, mientras un coro religioso entonó cánticos en idioma quechua.
Al inicio de la celebración se leyó un fragmento de la primera carta de Juan en el idioma amazónico shipibo y en castellano.
CEREMONIA ATÍPICA
La plaza de Armas de Lima fue iluminada con cientos de velas, en una ceremonia atípica por el Día de todos los Santos, pues la pandemia obligó a mantener cerrados los cementerios del país y aún no se permite que los feligreses acudan a los recintos religiosos.
«Esta noche hemos venido algunos pocos para celebrar esta misa porque, como dice el evangelio, hemos pasado días en que hemos llorado, en que hemos sufrido, en que el hambre y la sed de justicia ha sido muy grande», afirmó Castillo durante su homilía.
El arzobispo agregó que la iglesia católica quiso «celebrar» a los difuntos, porque estos pudieron ser enterrados en compañía de sus familiares y amigos, pero los llevan «en el corazón y son hoy día parte de aquella muchedumbre inmensa que viene de la gran tribulación y ha lavado sus vestiduras con la sangre del cordero».
Castillo también dedicó la ceremonia religiosa a todos «aquellos que los han ayudado y los han acompañado» y destacó «la maravilla de estos dos grupos: los maltratados de la humanidad y los que ayudan a los maltratados a curar sus heridas y a enjugar sus lágrimas».
LLAMADO A SOLIDARIDAD
El arzobispo de Lima enfatizó que en Perú «se requiere solidarizarse con el sufrimiento y saber vivir con el sufrimiento», ya que lo vivido durante estos meses «no ha sido fácil, ha sido un aprendizaje tremendo, terrible».
«La pandemia le ha dicho al sistema en el cual vivimos: no es posible continuar viviendo ufanándose del poder y del dinero cuando existen los últimos de la tierra, que son maltratados y son la mayoría de la sociedad», remarcó.
Por ese motivo, aseguró que se necesita «una nueva manera de entender el mundo y la vida» y dejar los intentos de volver «a la forma de vida frívola», porque ahora los pobres «están tomando conciencia, no de hacer violencia, sino de vivir en sociedad».
MILES DE VÍCTIMAS
Al término de la ceremonia, todos los obispos rociaron con agua bendita y quemaron sahumerio en dirección a la fachada de la Catedral, donde se proyectaron las fotografías de casi 10.000 personas que han muerto por la pandemia en Perú.
Castillo dijo que se trató de un «homenaje pequeño, elemental, pero profundo, porque esas fotografías representan todo lo que los amamos y todo lo que han sido para nosotros».
En Perú, un país de 32,6 millones de habitantes, han fallecido, hasta el momento, 34.529 personas por el COVID-19, además de haberse detectado 904.911 infectados desde inicios de marzo pasado.
El gran impacto de la pandemia ha amainado en las últimas semanas, al punto de que actualmente hay menos de 43.000 casos activos, pero todavía mueren entre 50 y 60 personas al día, y se detectan unos 900 contagios, mientras que los hospitalizados llegan a 5.270, de los cuales 1.041 están en estado grave.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.