La migración tiene varias caras, como todo proceso social. Están las historias particulares de cada venezolano o venezolana que emigró, en cada una de esas historias hay aspectos valiosos. El país que ha quedado atrás es otra faceta. Venezuela perdió más del 20% de su población en pocos años y en especial el éxodo lo han encabezado jóvenes en edad productiva.
Por Andrés Cañizález / Radio Fe y Alegría
La otra cara de la moneda, según han comenzado a registrar investigaciones de organismos internacionales, tiene que ver con el impacto positivo que ha tenido en algunos países, en especial de Sudamérica, esa llegada masiva de venezolanos. De acuerdo con el último reporte de la plataforma R4V, de fines de 2023, un total de 7,7 millones de personas se habían ido del país a partir de que la emigración comenzó a ser masiva, en 2015.
Son muchas las causas de esa salida masiva de venezolanos. Como en todo proceso social, es difícil pensar que hubo una sola causa. Se combinaron aspectos como los efectos de una gran crisis económica (con hiperinflación y durante varios años aguda escasez), junto con episodios duros de represión política, y todo eso además siguió teniendo como telón de fondo un clima de violencia extendida.
Otra arista, más allá de ese país que quedó atrás, es la ubicación, adaptación e inserción de los migrantes en otros países. Para retomar esto me basaré en una síntesis de un trabajo más extenso que ha realizado José Cabello, economista senior del International Institute for Management Development (IMD).
Ocho de cada diez migrantes venezolanos han establecido una nueva vida en 17 países de América Latina y el Caribe, según las cifras de R4V, la plataforma que reúne las iniciativas para atender el éxodo de Venezuela por parte de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Se estima que entre 2017 y 2030, los trabajadores migrantes impulsarán las economías de sus países de acogida entre un 0,10% y un 0,25% en promedio cada año. Esta cifra incluye también a salvadoreños, cubanos y ecuatorianos como otros flujos migratorios con impacto económico en diversos países del continente.
Aunque no hay una plena integración laboral de los migrantes en los diferentes países, el impacto económico de su llegada y de su participación en la dinámica de cada país es positiva. Significativa, según explica Caballero, para quien los beneficios económicos derivados de los migrantes en América Latina y el Caribe podrían ser aún mayores si se les brindara un mejor acceso a empleos.
En el texto de análisis de Caballero, éste plantea un esquema de beneficios económicos para las economías locales, ya que la llegada de migrantes, muchos en edad laboral activa, termina por expandir la fuerza laboral, lo cual en general mejora la producción económica.
Desde una perspectiva netamente tributaria, en la medida en que los migrantes accedan a empleos formales se convertirán en contribuyentes, pagando el impuesto sobre la renta. Y, además, con pocas perspectivas de que la situación tenga un giro positivo en el corto plazo en Venezuela, gran parte de los ingresos de los migrantes se destinarán a pagar su consumo en el país receptor.
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