El cuerpo de Jeffrey Epstein está enterrado bajo una lápida sin nombre. El hecho sirve para retratar cómo las pistas conviven con los interrogantes en esta trama sexual que sacudió a la élite neoyorquina y que está lejos de atar los cabos sueltos. Ni siquiera existe consenso sobre si el pasado 10 de agosto el pedófilo se suicidó en su celda del Centro Correccional Metropolitano del sur de Manhattan o lo mataron. La autopsia oficial sostiene lo primero, pero expertos forenses han defendido que el tipo de fracturas en su cuello indica lo segundo. En cualquiera de los dos escenarios, el desenlace le arrebató la posibilidad a las decenas de presuntas víctimas de ver actuar a la justicia. El acusado de tráfico sexual de menores y conspiración se enfrentaba a 45 años de cárcel.
Por El País
A un año de la muerte del poderoso hombre que se llevó sus secretos a la tumba, los ojos están puestos en Ghislaine Maxwell. La exnovia de Epstein y supuesta responsable de gestionar el entramado de abuso del millonario con menores de edad está en prisión sin fianza a la espera de un juicio fijado para mediados de julio de 2021. Después de meses viviendo oculta, Maxwell fue encontrada y detenida el pasado 2 de julio en una mansión de New Hampshire. Está acusada de incitación a menores para participar en actos sexuales, transporte de menores con finalidades de acto sexual, conspiración y perjurio durante un interrogatorio al que fue sometida durante la pesquisa contra el reputado gestor de fondos en 2016.
El presidente estadounidense Donald Trump, quien recibió en varias ocasiones a Epstein en su lujoso club privado Mar-a-Lago que el republicano tiene en Palm Beach, Florida, protagonizó una polémica cuando le envió sus mejores deseos a Maxwell. Sin embargo, dejó atrás los halagos que le había ofrecido en algún momento a Epstein, como que era “alguien con quien uno se divierte mucho” para zanjar el tema afirmando que “no era un admirador suyo”.
Una actitud similar adoptó el expresidente estadounidense Bill Clinton. Un portavoz sostuvo el año pasado que el demócrata no sabía nada “de los terribles crímenes” de los que acusaban a Epstein. La primera denuncia contra el finaciero data de 2005, cuando los padres de una adolescente de 14 años denunciaron a la policía en Palm Beach un caso de abuso sexual. A partir de ahí, el FBI identificó más de una treintena de potenciales víctimas, la mayoría de entre 13 y 16 años. El poderoso magnate se defendió alegando que los encuentros eran consentidos y “no sabía que eran menores”.
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