Un candidato a vacuna contra la malaria, combinado con un tratamiento profiláctico para la enfermedad, ofrece niveles de protección sin precedentes durante, al menos, tres meses, según los resultados de dos ensayos clínicos en fase 1 que publica hoy Nature.
El estudio analiza el candidato vacunal PfSPZ, de la empresa estadounidense Sanaria, basado en la inoculación del parásito en su fase de esporozoíto, pero químicamente atenuado (debilitado), y combinado con uno de los dos fármacos antipalúdicos más utilizados, un enfoque denominado vacunación quimioprofiláctica.
Los ensayos mostraron niveles de protección con la dosis más alta de la vacuna de entre 87,5 y 100 por cien, dependiendo del tipo fármaco con que se combinaba y de la cepa del virus contra la que se probaba, una africana y otra brasileña.
Dirigidos por Patrick Duffy de Institutos Nacionales de la Salud (EE.UU), en las pruebas se inmunizaron a 56 voluntarios adultos sanos con la vacuna.
Los voluntarios recibieron unos días después una dosis de pirimetamina o cloroquina, fármacos profilácticos que matan los parásitos en fase hepática y en fase sanguínea, respectivamente.
Tres meses después, y en condiciones cuidadosamente controladas, los vacunados fueron expuestos por inoculación a la misma cepa del parásito africano usada en la vacuna (desafío homólogo) o a la variante 7G8 brasileña (desafío heterólogo), que es más distante genéticamente de la cepa vacunal que otros parásitos africanos.
Los resultados indican que, para las dosis más altas de la vacuna combinada con el fármaco pirimetamina, un 87,5 % estaba protegido contra la cepa africana en la que se basa el preparado, mientras un 77,8 % lo estaba contra la brasileña.
En el caso de la combinación de vacuna más cloroquina, los seis voluntarios (100 %) que recibieron la dosis más alta de PfSPZ quedaron protegidos contra la brasileña.
Los autores señalan que una protección del cien por cien durante tres meses contra las variantes heterólogas del parásito no tiene precedentes en ninguna vacuna antipalúdica en desarrollo y es importante porque un preparado eficaz debe proteger contra una gama diversa de cepas de P. falciparum.
El paludismo, que causa unos 400.000 fallecimientos al año, está causado por el parásito Plasmodium falciparum, que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados.
En el interior del cuerpo, formas del parásito, denominadas esporozoitos, entran en el hígado y se replican dentro de unas células llamadas hepatocitos.
A continuación, muchos miles de parásitos infecciosos se liberan en el torrente sanguíneo, donde infectan los glóbulos rojos, se multiplican aún más y causan la enfermedad.
El director del Programa Mundial de Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el epidemiólogo Pedro Alonso, destacó a Efe que el mérito del artículo es demostrar que se puede inducir inmunidad «altamente protectora» permitiendo que el parásito se desarrolle en el hígado, donde no produce síntomas, y luego acabando con él (vacuna más pirimetamina).
Además, sirve tanto para la cepa africana usada en la vacuna como para otras muy distintas, como la brasileña.
Alonso señaló que esta técnica «abre la puerta» y el equipo está trabajando en ello, intentar modificar genéticamente el parásito, de forma que se programe para morir a final del proceso hepático, con lo que no sería necesario administrar un fármaco que lo haga.
Esa posibilidad «podría ser un cambio de paradigma» y, si con esa técnica se consiguiera una vacuna con una alta eficacia, «cambiaría las reglas del juego y realmente se tendría una herramienta que permitiera contemplar una posible erradicación de la malaria».
Actualmente, el equipo desarrolla un ensayo clínico de fase 2 de la vacuna en Malí, sobre lo que Alonso dijo que este tipo de inmunización, con un vacuna más un medicamento, es complejo a gran escala.
EFE
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