Hace poco más de un mes la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), junto al Programa Mundial de Alimentos (PMA), presentaron su informe «Puntos críticos de hambre. Alertas tempranas de la FAO-PMA sobre la inseguridad alimentaria aguda» (en inglés Hunger Hotspots. FAO-WFP early warnings on acute food insecurity), en el que emitían alertas tempranas para la acción humanitaria urgente en 20 países, producto del deterioro significativo de la inseguridad alimentaria aguda.
Por Diario de Cuba
La publicación del informe resultó polémica porque incluyó en América Latina países como Colombia, mientras que no hacía referencia a naciones con graves crisis alimentarias como Cuba o Venezuela. Y es que la posibilidad de presentar alertas en países en los que no hay información suficiente, o en los que sus gobiernos restringen el acceso a la información, hace imposible el trabajo comparativo, llevando a que en muchos casos sean excluidos de la medición. Se trata de un asunto que pone sobre la mesa la dificultad de medir la situación de los derechos sociales y económicos en países no democráticos, sobre todo cuando se trata de dictaduras de izquierda que enarbolan estas banderas.
Aunque el informe especifica en la introducción que los casos de la República Bolivariana de Venezuela y la República Popular Democrática de Corea no pudieron ser incluidos porque no se obtuvieron datos actualizados sobre la inseguridad alimentaria, resulta cuestionable que el «Mapa de puntos críticos de hambre» difundido por las redes no incorpore etiquetas que permitan visualizar los países que no pudieron ser medidos (ver tweet de @FAOemergencies). No hacerlo conduce a equívocos y hace pensar que países como Venezuela no tienen problemas de seguridad alimentaria, cuando en realidad lo que hay detrás es un problema de acceso a información y datos confiables por parte de la FAO y el PMA.
El caso de Cuba es aún más complejo, teniendo en cuenta que no es mencionado en ningún apartado del informe, lo que quiere decir que no hubo problemas de acceso a la información y por ende sí fue incluido en el estudio y no reporta una situación crítica de hambre. Pero, por qué la FAO y el PMA no reportan a Cuba como uno más de los puntos críticos, si la prensa independiente y las organizaciones no gubernamentales del país muestran reportes preocupantes de seguridad alimentaria, en cuanto a la disponibilidad, estabilidad, acceso y consumo de los alimentos.
De acuerdo con el Observatorio de Derechos Sociales de Cuba, el 60% de los cubanos sostuvo que el principal problema que enfrenta el país es la crisis alimentaria, mientras que el 86% agregó que las medidas tomadas por el Gobierno para remediar la crisis económica, conocidas como Tarea Ordenamiento, empeoraron las condiciones para conseguir alimentos. Así, la crisis provocada por las medidas sanitarias no es la única causante de la inseguridad alimentaria, sino que medidas como la unificación monetaria y las tiendas en divisas aumentaron la inflación, ampliaron las brechas socioeconómicas, devaluaron la moneda y provocaron un dramático desabastecimiento.
Y a pesar de que desde 1962 en Cuba se implementó la Libreta de racionamiento como un medio para compensar las dificultades de acceso a los alimentos, el Observatorio de Derechos Sociales de Cuba ha evidenciado que al 43% de los cubanos les alcanza la libreta únicamente para 10 días del mes, obligando a las familias a conseguir el resto de los alimentos por medios como el mercado negro o las tiendas en divisas. Lo cierto es que, de acuerdo con la misma encuesta, el 73% evalúa como deficiente su alimentación, dejando en evidencia una crisis alimentaria sin precedentes.
¿Dónde están la FAO y PMA para alertar sobre esta situación? El exrepresentante de la FAO en Cuba entre noviembre de 2012 y enero de 2018, Dr. Theodor Friedrich, sostuvo en una entrevista para el Food Monitor Program que: «Para Cuba la FAO era más bien un instrumento de propaganda e influencia hacia el exterior, mientras que intervenciones técnicas, o en el peor caso, asesoría en políticas sectoriales, no eran bien vistas».
Si se tiene en cuenta que estas palabras son pronunciadas por el mismo representante de la FAO que en su momento otorgó el reconocimiento a Cuba por haber eliminado el hambre, queda claro que para el régimen cubano sería inaceptable que el organismo incluyera al país entre los puntos críticos de hambre.
Este texto no busca deslegitimar el trabajo de la FAO y del PMA, ni cuestionar los resultados para los países reportados en el informe, sino alertar sobre la forma en que se divulga la información y la instrumentalización de los organismos y sus mediciones por parte de las dictaduras. No hacerlo puede deslegitimar el reporte y evitar que el esfuerzo se concentre en las personas en riesgo de inseguridad alimentaria en los puntos críticos de hambre.
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