Gédeon Jean es un tipo peculiar. Desde su pequeña oficina en Bourdon de Puerto Príncipe, hace algunos años decidió empezar a contabilizar la violencia en Haití y apuntar día a día los secuestros, los asesinatos, las violaciones o las liberaciones que se producían. Poco a poco fue construyendo su base de datos en un país sin cifras oficiales que no cumple ninguno de esos requisitos: Ni hay cifras ni hay oficialidad que las procese. Hoy dirige el Centro de análisis e investigación en derechos humanos (CARDH), la organización de referencia para explicar el fenómeno de las bandas violentas que controlan el 60% del país. Según su experiencia, en el último año estamos asistiendo a la creación de un “monstruo” que cuenta con armas, dinero y mientras agita los barrios con un discurso político que atribuye al Estado la pobreza en la que viven.
Según Gédeon las bandas se han independizado y han dejado de ser la correa de transmisión de los partidos políticos para convertirse en un fenómeno a medio camino entre el narco mexicano, las pandillas centroamericanas y la guerrilla colombiana. Bandas como el G9 an fanmi (G9 y familia), 400 Mawoso (los 400 vulgares) o Izo 5 Segonn (Izo cinco segundos) son el nuevo Estado que controla el comercio, el transporte, los préstamos entre particulares o el sistema de justicia.
Según explica durante una entrevista con EL PAÍS en su despacho, Haití, de unos once millones de habitantes, se ha convertido en la capital mundial del secuestro donde las casi 200 bandas existentes llevan a cabo una media de dos capturas diarias en el último año, el triple que el año pasado, incluidos 54 extranjeros de cuatro nacionalidades distintas. Una cifra que en los últimos 15 días se ha disparado a ocho personas diarias.
Pregunta. ¿Cómo son las nuevas bandas que controlan el país?
Respuesta. El secuestro ha cambiado. Cuando empezaron los primeros casos, en 1996, eran ajustes de cuentas entre particulares y el tema ni siquiera era importante. En aquella época, si le preguntabas a alguien en la calle sobre secuestro ni sabía de qué hablabas.
Los raptos empezaron a disiparse 2003 y 2004 y tenían que ver con la situación política y la caída de Jean Bertrand Aristide. Tras su salida del poder en febrero de 2004 se dispararon los secuestros, pero tenían que ver con venganzas posteriores. Fueron venganzas de militantes de su causa que exigían su regreso al poder y se centraron en secuestros selectivos entre empresarios y las elites de Petion Ville. Pero no era masivo ni incluía violaciones sexuales, se trataba solo de sacar dinero para continuar su lucha y además mandar un mensaje a las clases altas y el sector privado. Nada que ver con la época actual.
P. ¿Y cómo es ahora?
R. Muy diferente, porque no se limita a una zona en particular e incluye a las clases medias y bajas. Antes era una venganza, pero pero ahora es una importante fuente de financiación y también quieren más poder. Estamos asistiendo a la creación de un monstruo que supera a las instituciones y a la policía.
P. ¿Cuál es el perfil actual del secuestrado?
R. Todo tipo de personas. La mayoría son de clase media: profesores, ingenieros, médicos…y rara vez es alguien la clase alta. Cuando secuestraron en marzo al doctor Jerry Bitar (director de uno de los hospitales privados más importantes del país) lo liberaron al día siguiente y ni siquiera se pagó un rescate. Así que todavía estamos entendiendo cosas. Por qué hay secuestros que son liberados muy rápido y otros que no. Lo que está claro es que las pandillas ahora tienen mucho más dinero y más armas y esto les da mucho más poder en las zonas donde controlan. Generalmente las familias se movilizan para lograr el dinero y venden todas las propiedades. Incluso vecinos o compañeros de trabajan aportan dinero para pagar el rescate. Ellos saben que la mayoría de secuestrados tienen un familiar en Estados Unidos.
P. El líder del G9, Barbecue, exige la dimisión del primer ministro para que regrese la gasolina al país. ¿Quieren poder político?
R. Las bandas violentas antes no eran bandidos sino militantes fanáticos de grupos políticos. Cada presidente que llegaba al poder se apoya en un grupo concreto de criminales para defenderlo en los barrios. Por ejemplo, Jean Claude Duvalier llegó al poder en 1971 apoyándose en los Tonton Macoutes de su padre. Se trataba de una fuerza oficial y violenta pero que defendía el poder y mataba a opositores, pero no a la población en general. Cuando llegó Aristide, primero en 1993 y luego en 2001, se apoyó en los Chimères que originalmente tampoco eran criminales sino fanáticos que defendían con armas a su jefe máximo ante cualquier ataque. Después la situación comenzó a cambiar con la llegada de Michel Martelly (2011-2016) por la entrada masiva de armas se disparó en el país. Llegaron contendedores completos a puertos privados y todo eso se fue deteriorando aún más con Jövenel Moise, donde sus bandas afines se fortalecieron.
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