La máxima autoridad de los chiitas iraquíes instó el viernes al Gobierno y a los diputados a responder cuanto antes a las demandas de los manifestantes, so pena de que las protestas, que en cuatro días dejaron 37 muertos, vayan en aumento.
El movimiento, inédito por su carácter espontáneo en un país donde las movilizaciones suelen ser partidistas u obedecer a razones tribales o religiosas, es la primera prueba para el Gobierno de Adel Abdel Mahdi, que está en marcha desde hace apenas un año y que pidió paciencia.
Pese a este llamado y el bloqueo de internet, el viernes por la mañana se produjeron nuevos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que dispararon balas reales en la capital, según periodistas de la AFP.
El movimiento de protesta empezó el martes en Bagdad y se fue extendiendo a otras ciudades del sur del país, la mayoría chiitas, y reclama empleos para la juventud y la dimisión de dirigentes «corruptos».
«El gobierno debe cambiar su manera de afrontar los problemas del país», fueron las palabras de Ali Sistani, en un sermón leído por uno de sus asistentes en la mezquita de Kerbala, al sur de Bagdad.
– «Ataques inaceptables» –
El Ejecutivo «debe mejorar los servicios públicos, suministrar empleos a los que no lo tienen, evitar el clientelismo en el sector público y terminar con la corrupción», agregó.
El ayatolá también denunció los «ataques inaceptables […] contra manifestantes pacíficos y también contra policías».
Desde el martes, 37 personas -33 manifestantes y cuatro policías- fueron abatidas y cientos resultaron heridas, según responsables de todo el país. En la capital y en varias ciudades del sur se decretó un toque de queda.
El ayatolá Sistani, que consideró que las reformas eran «obligatorias», criticó al primer ministro y al presidente pero, sobre todo, responsabilizó a los diputados del mal funcionamiento del Estado.
«Aunque las protestas cedan por un tiempo, reaparecerán y serán aún más fuertes y más multitudinarias», advirtió.
En 2014, con la fatua, el ayatolá movilizó a decenas de miles de combatientes contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
– Promesa y «paciencia» –
En Bagdad, después del sermón, se escucharon disparos, según periodistas de la AFP.
Internet está cortado desde el miércoles por la noche y un cordón de policías y militares custodia un radio de entre dos y tres kilómetros en torno a la plaza Tahrir.
«Continuamos: o morimos o cambiamos el régimen», declaró a la AFP Sayyed, un manifestante de 32 años, en Bagdad, antes del discurso del ayatolá, durante una protesta en el centro de la capital.
Por la noche, el jefe del Gobierno, Adel Abdel Mahdi, había pedido tiempo para que mejoren las condiciones de vida de los 40 millones de habitantes del país, que no hace ni dos años que dejó atrás casi cuatro décadas de guerra y escasez crónica de electricidad y agua potable.
Pero esas promesas no parecieron convencer a los manifestantes, hartos de unos servicios públicos insuficientes, el paro, que afecta a uno de cada cuatro jóvenes y, sobre todo, la corrupción, que en los últimos 16 años consumió una cantidad equivalente a cuatro veces el presupuesto del Estado.
«Hace más de 15 años que escuchamos las mismas promesas, no hacen que la situación avance (…) y no harán que dejemos la calle», recalcó Sayyed.
– «Saboteadores» –
Las autoridades denunciaron la presencia de «saboteadores» entre los manifestantes, pero Amnistía Internacional instó a Bagdad a «ordenarle inmediatamente a las fuerzas de seguridad que dejen de utilizar una fuerza particularmente letal, excesiva» y a restablecer la conexión a internet.
Por su parte, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, exigió el viernes a Irak una investigación «rápida» y «transparente» sobre los muertos en las manifestaciones.
«Instamos al Gobierno iraquí a permitir que la población ejerza libremente su derecho a la libertad de expresión», agregó una portavoz de la Alta Comisionada, Marta Hurtado.
El movimiento de protesta, que nació en Bagdad, alcanzó las provincias de Nayaf, Misan, Zi Qar, Wassit, Diwaniya, Babilonia y Basora, mientras que en el Kurdistán, autónomo, y en las regiones al norte y al oeste de Bagdad, principalmente sunitas y devastadas tras años de guerra contra el EI, reina la calma.
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