Entre el 13 y el 16 de julio, el presidente estadounidense completará su primera gira en Medio Oriente desde su llegada a la Casa Blanca. En Israel, su parada más larga, seguirá impulsando la cooperación árabe-israelí con miras a consolidar un frente anti-Irán. Arabia Saudita, otrora Estado «paria», será su destino en disputa, donde solicitará una mayor producción de crudo. En medio, un viaje fugaz a los Territorios Palestinos, cuya causa se ha visto reducida por Israel y el contexto global.
Como medida anticovid, Joe Biden, de 79 años, no estrechará manos durante su primera gira presidencial por Medio Oriente. Pero hasta ahí llegará el formalismo del presidente, puesto que reiterar su sociedad con Israel y actualizar a cero las relaciones con Arabia Saudita será una de sus misiones en la región, junto a la de pensar un nuevo rol para Estados Unidos, que mira desde el retrovisor las guerras en Irak y Afganistán y hoy centra su presencia en Asia y Europa.
Es cierto que su décima visita como figura política –en concreto al Estado israelí– no está exenta de desafíos y contradicciones. La más notoria, encontrarse con el príncipe heredero saudita Mohamed bin Salman, luego de, recién erigido mandatario, haber condenado en 2021 las violaciones de derechos humanos en el reino.
No obstante, hasta el 16 de julio, hasta el cierre de su viaje, también recorrerá líneas fijas como el patrocinio de una alianza defensiva contra el terrorismo y las amenazas nucleares de Irán, o la necesidad global de un petróleo a menor coste, consecuencia de la invasión rusa a Ucrania. Porque en lo referente a los Territorios Palestinos, la desigualdad, la ocupación y la violencia ejercidas por Israel no recibirán grandes palabras.
Casi 48 horas en Israel, base de la nueva defensa contra Irán
«Israel y los países árabes sunitas esperan que Biden declare inequívocamente el compromiso de Estados Unidos de permanecer en Medio Oriente –apunta un experto en relaciones estadounidenses-israelíes–, para impulsar una alianza defensiva contra el terrorismo, la violencia y las manipulaciones de Irán en la región».
Las palabras de Eytan Gilboa a Reuters señalan la prioridad de Israel, que por extensión es la prioridad que buscará calmar el presidente Joe Biden, y es la de proteger al Estado hebreo del peligro militar y nuclear que le supone Irán. ¿Cómo? Acercándolo a Arabia Saudita e incrementando la actual cooperación árabe-israelí.
Aunque no se espera que Estados Unidos logre una normalización de relaciones entre israelíes y sauditas –al menos no en esta gira–, sí podrían confirmarse ciertos acercamientos, como la apertura del espacio aéreo saudita a vuelos comerciales israelíes para acortar distancias a países cercanos o el traspaso del control de dos islas en el Mar Rojo de Egipto a Arabia Saudita, que aún requiere del visto bueno israelí.
La Administración Biden pretende así componer un nuevo esquema para la región, iniciado por su antecesor Donald Trump con los ‘Acuerdos de Abraham’, los cuales desde 2020 han permitido a Israel involucrarse con naciones como Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán en temas energéticos y de seguridad, debilitando aún más las alianzas árabes de la causa palestina.
El incentivo que los une es Irán, ya que los países sunitas tampoco toleran que la República chiíta ostente el poder regional. De ahí que el Comando Central del Ejército estadounidense, supervisor de las operaciones en la zona, haya propiciado un aumento en la cooperación. La meta final es trazar un sistema regional de defensa aérea para hacer frente a los misiles balísticos y drones iraníes.
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