La confirmación por parte de la Fiscalía de los ocho niños muertos en el Caquetá tras un bombardeo del Ejercito a un campamento de disidentes de las FARC tiene conmocionada a Colombia, hasta el punto que ocasionó la renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, fue fuertemente cuestionado por haber ocultado al país la muerte de los menores.
Pasaron horas sin conocerse un pronunciamiento oficial del presidente Iván Duque sobre el tema, por lo que un reportero del diario El Heraldo aprovechó que el mandatario salía de un evento en Barranquilla para abordarlo y tener sus declaraciones.
“Presidente ¿qué opinión le merece el bombardeo en el Caquetá?”, le preguntó el periodista, a lo que Duque, en tono displicente e ignorando el cuestionamiento, respondió: “¿De qué me hablas viejo?”.
El tema creció mucho más cuando el periodista Jesús Blanquicet, quien grabó la respuesta de Duque, denunció en sus redes agresiones por parte del personal de seguridad del presidente.
Blanquicet afirmó que tras el intercambio con Duque, el esquema de seguridad lo llevó a un lado del evento y lo golpeó tratando de obligarlo a borrar de su celular las fotos y videos que le había hecho al presidente.
La frase ha causado gran indignación ya que el tema no es menor. Al presidente se le cuestionó sobre una posible violación del Derecho Internacional Humanitario por parte del Ejército. Tan solo unos minutos antes de pronunciar la ya infame frase Duque acababa de aceptar la renuncia de su ministro de Defensa, lo cual hizo en un trino cargado de elogios a una de las figuras más cuestionadas de su gabinete.
El evento al que asistía Duque en Barranquilla era sobre economía naranja y emprendimiento, sin embargo, por los graves hechos que conoció el país en el debate de moción de censura contra el ministro Botero y la posterior salida de este de la cartera de Defensa, se esperaba un pronunciamiento del presidente que nunca llegó.
En dicho debate de moción de censura el país conoció de siete menores de edad muertos en un bombardeo del Ejército -luego la Fiscalía subió a ocho la cifra- que se dio al día siguiente de que Iván Márquez y Jesús Santrich -exjefes de las FARC- anunciaran su regreso a las armas.
En su momento la operación fue presentada como un éxito militar con todo el rigor técnico en la cual se habían abatido, en palabras del presidente y del ministro Botero, catorce “delincuentes”. Pero gracias a la información revelada en el debate por el senador santista Roy Barreras se supo que entre los muertos había menores entre los 12 y 17 años.
El silencio de las Fuerzas Militares y del ministerio sobre este caso, además de otros escándalos protagonizados este año como el asesinato del excombatiente Dimar Torres, el del campesino Flower Trompeta o el documento de “conteo de muertes” que reveló el New York Times con el que estaban exigiendo a los comandantes de brigada aumentar el número de bajas en combate, ha revivido en el país el fantasma de los “falsos positivos”, la serie de ejecuciones extrajudiciales cometidas por militares para engordar las cifras de la Seguridad Democrática, la política bandera del gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
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