La Moncloa apartó a Exteriores y encargó al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que gestionara la llegada al aeropuerto de Barajas de Delcy Rodríguez, la número dos de Nicolás Maduro, según fuentes del gabinete de Pedro Sánchez. La vicepresidenta de Venezuela fue sancionada en su día por la UE por las políticas represivas de su Gobierno y tiene prohibida su entrada en suelo europeo. Un informe policial al que ha tenido acceso EL PAÍS confirma que Rodríguez no entró en territorio Schengen, pero concreta que la reunión en el avión de la mandataria con Ábalos duró “una hora aproximadamente”. El ministro, que hoy dará cuenta de ese episodio en el Congreso a preguntas de la oposición, negó al principio ese encuentro y posteriormente lo limitó a unos 25 minutos.
POR CLAUDI PÉREZ – EL PAÍS DE ESPAÑA
Exteriores conoció con apenas unas horas de antelación que la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, iba a aterrizar en la Terminal Ejecutiva del aeropuerto de Madrid-Barajas, próxima a la Terminal 1. Ábalos y Rodríguez se reunieron en el avión durante la madrugada del pasado 20 de enero. Ese encuentro se desveló pocos días después, y a partir de ahí el ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE, José Luís Ábalos, fue dando versiones ampliadas del asunto —desde que “no hubo reunión” hasta que fue “un saludo de entre 20 y 25 minutos”— en los días posteriores. Fue el Ministerio de Asuntos Exteriores el primero en conocer oficialmente que en ese vuelo procedente de Caracas, con destino final a Estambul y parada técnica en Madrid, viajaba la vicepresidenta venezolana, pero La Moncloa decidió que fuese Ábalos quien afrontara el asunto, según las fuentes gubernamentales consultadas por este diario. Posteriormente, el propio presidente Pedro Sánchez aseguró que Ábalos “hizo todo lo que pudo para evitar una crisis diplomática”; también lo hizo la titular de Exteriores, Arancha González Laya.
Fue Ábalos, en fin, quien acudió a Barajas —ante el potencial conflicto a causa de las sanciones europeas, que impedían a Rodríguez pisar suelo de la UE— después de que La Moncloa pidiera a Exteriores que no interfiriera. Fuentes del Ministerio de Transportes admiten que Ábalos se encargó personalmente de gestionar el caso “por su relación con el ministro [venezolano de Turismo] Félix Plasencia”, que también viajaba en el avión y con quien iba a reunirse posteriormente. “La ministra de Exteriores acababa de llegar al puesto, y había cierta incertidumbre: no sabíamos exactamente a qué venía Delcy Rodríguez, había que asegurarse de que no pisaba suelo español y el objetivo fue siempre minimizar el conflicto e incomodar lo menos posible a la vicepresidenta de un país con el que España sigue manteniendo relaciones, en el que hay 150.000 ciudadanos españoles y notables intereses empresariales”, según las mismas fuentes. Esa versión apunta a que el ministro estuvo 25 minutos en el avión, pero una hora aproximadamente en el aeropuerto junto a la policía y la seguridad de Exteriores, para despedirse de Rodríguez posteriormente en la zona VIP. “Entre la llegada al aeropuerto, la subida al vehículo, los 25 minutos con la vicepresidenta y luego, de nuevo al coche, el trayecto de vuelta, la llegada a la terminal y un último contacto muy breve con la vicepresidenta puede ser aproximadamente una hora”, según el ministerio.
El informe policial, sin embargo, especifica que el ministro “permaneció despachando con los pasajeros durante una hora aproximadamente”. Ese documento señala que Ábalos llegó a la terminal ejecutiva sobre las 00.00, acompañado de “su asesor Koldo García” y de “personal de seguridad diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores”.
La escueta nota policial, de apenas cuatro páginas, deja claro —como repitió el ministro Ábalos— que en ningún momento Delcy Rodríguez entró en territorio Schengen. El avión quedó estacionado en el aparcamiento 249 de la Terminal Ejecutiva y la vicepresidenta no salió de la sala VIP de la misma terminal privada, donde siempre estuvo custodiada por policías y guardias civiles. Según fuentes de la seguridad de Barajas, se trata de “una zona internacional”, que cuenta “con dos salas, una de ellas con sofás, baño y ducha”, en la que permaneció la mandataria venezolana, según recoge también el mismo informe policial. Rodríguez fue conducida, siempre acompañada de la policía, hasta la pista donde se encontraba el avión que despegó con destino a Doha (Qatar) a las 8.00 de ese lunes. Para cumplir con la normativa, Rodríguez debía volver a Venezuela o viajar a un tercer país. Finalmente, optó por volar a Doha para no tener que esperar a las 14.00, que es cuando se cumplía el periodo obligatorio de descanso de la tripulación para continuar destino a Estambul.
Desde las 2.15 hasta las 7.30, la delegación venezolana, junto al asesor del ministro Koldo García, permaneció en la sala VIP bajo custodia policial. Hacia las 6.45, parte de esa delegación fue en busca de las tarjetas de embarque para volar hacia Doha junto a Koldo García y varios agentes. Fuentes de los servicios de seguridad de Barajas aseguran que los billetes fueron pagados con una tarjeta de crédito de los venezolanos. A las 8.20 toda la delegación, excepto el ministro Plasencia, tomó el vuelo QR-148 con destino a la capital catarí; horas más tarde siguieron hacia Estambul.
Cambio gradual
El controvertido encuentro y el posterior recibimiento de Juan Guaidó por parte de Exteriores han levantado una polvareda política en los últimos días. España niega que haya dado un viraje brusco en su posición con Venezuela. Sí ha habido un cambio de estrategia paulatino, labrado durante el año que ha transcurrido desde el reconocimiento solemne de Guaidó como presidente encargado de Venezuela, según la formulación atípica que escogió el presidente del Gobierno español, y el desplante de hace unas semanas, cuando Pedro Sánchez se ausentó durante la visita a Madrid de Guaidó y fue la ministra Arancha González Laya quien le recibió fuera de las dependencias del ministerio.
España, según las fuentes de La Moncloa consultadas, mantiene que tanto Sánchez como el resto de dirigentes de la UE reconocieron a Guaidó siempre con el objetivo de convocar elecciones presidenciales en Venezuela en el plazo más breve posible. La diplomacia pronto comprobó que, sin contactar con representantes del régimen, la tarea de convocar elecciones y de propiciar cualquier diálogo resultaba imposible. El Ejecutivo sigue pensando que el Gobierno de Nicolás Maduro “no va a permitir elecciones libres por a la acción de un mediador”, y que la estrategia más adecuada es “seguir con la presión” para que Maduro se vea empujado a convocar los comicios con reconocimiento internacional.
Ni las explicaciones de Ábalos ni la posición de La Moncloa han conseguido apaciguar los ánimos en la oposición en España. El PP acusó ayer al Gobierno de “esconder” a Ábalos en el Senado; el ministro tiene previsto comparecer hoy en el Congreso para responder a una batería de preguntas de los populares, Ciudadanos y Vox. La cuestión sigue siendo por qué Delcy Rodríguez —que se ha visto posteriormente en Caracas con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero— decidió hacer escala en España a pesar de las sanciones europeas.
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