“No negociamos con la integridad del Reino Unido. Sea territorial, constitucional o económica no está sobre la mesa, no es algo negociable”, dijo Raab al canal Sky News, en alusión a declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron.
El jueves, el jefe de Estado francés rechazó renegociar las disposiciones del acuerdo de divorcio firmado entre los 27 y el Reino Unido sobre Irlanda del Norte, provincia británica que comparte isla con Irlanda, que sigue siendo un país miembro de la UE.
El mandatario francés consideró que no era “serio querer revisar en julio lo que se cerró tras años de discusiones y de trabajo”.
Londres acusa a la UE de adoptar un “enfoque muy purista” respecto a la aplicación de las disposiciones aduaneras específicas en Irlanda del Norte y que generan tensiones en esta provincia británica.
Estas medidas, negociadas en el marco del acuerdo del Brexit firmado en 2019 por el gobierno de Boris Johnson, dificultan los intercambios entre Irlanda del Norte y la isla de Gran Bretaña y generan el descontento de los unionistas fieles al Reino Unido.
“Yo pienso que la pelota está en el campo de la UE”, agregó el ministro británico de Relaciones Exteriores, llamando a la Comisión Europea “a adoptar un enfoque más pragmático y flexible”.
La cuestión estuvo en la agenda del primer encuentro el jueves entre el presidente estadounidense, Joe Biden, apegado a sus raíces irlandesas, y el primer ministro británico, Boris Johnson.
En un encuentro el viernes del Consejo Británico-Irlandés, que incluye a los gobiernos del Reino Unido e Irlanda, en la localidad norirlandesa de Enniskillen, el primer ministro irlandés, Micheal Martin, se congratuló de la intervención de Biden y aseguró que “existe la voluntad política en la Unión Europea de resolver este asunto”.
Pero el nuevo líder del Partido Unionista Democrático (DUP), Edwin Poots, pidió que el protocolo se desechara por completo, ya que no es viable. “Tiene que desaparecer”, lanzó.
Los líderes de la UE evocarán el sábado la cuestión durante un encuentro con el primer ministro británico, en paralelo a una cumbre del G7 en Inglaterra.
El llamado Acuerdo del Viernes Santo de 1998 puso fin a la violencia entre republicanos católicos y unionistas protestantes que dejó unos 3.500 muertos en 30 años de conflicto en Irlanda del Norte.
“Todos queremos (…) preservar el Acuerdo del Viernes Santo y asegurarnos de que mantenemos el equilibrio del proceso de paz”, afirmó el jueves Johnson, declarándose “optimista” de que lo conseguirán.
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