Hay quien dice que las Canarias están convirtiéndose en el nuevo Lesbos y Lampedusa, pero la realidad es que la llegada de pateras y cayucos hacia las islas es un viejo conocido para los canarios. Aunque ahora el foco esté puesto en Gran Canaria, El Hierro, la más occidental y pequeña del Archipiélago, también se enfrenta, de una forma más silenciosa, a la crisis migratoria más grave desde 2006.
Por EL MUNDO
La intensidad de las salidas de embarcaciones desde la costa africana ha resultado en que la isla, con una población que ronda las 9.000 personas, esté asumiendo la llegada de migrantes con menos recursos que las islas capitalinas. El pasado domingo, un cayuco con 51 migrantes subsaharianos alcanzó el muelle de La Restinga por sus propios medios.
Actualmente en El Hierro permanecen más de 200 extranjeros llegados en diferentes embarcaciones. Todos ellos han sido reubicados en instalaciones como el polideportivo de la capital o la Residencia de Estudiantes, desde donde cumplen con el periodo de cuarentena.
16 de ellos han tenido que ser hospitalizados debido al grave estado de salud en el que llegaron después de atravesar una de las rutas marítimas más peligrosas del mundo. El Hierro es la última isla y la única oportunidad de los inmigrantes antes de adentrarse en la inmensidad del Atlántico. En lo que llevamos de año han llegado más de 17.000 personas al Archipiélago, y otras 600, sin embargo, no lo consiguieron.
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, tenía una cita a la que finalmente no acudió ayer en El Hierro, donde tenía previsto visitar la sede de Cruz Roja para conocer cómo afrontan esta problemática en la más pequeña de las Canarias. En su lugar, Casado visitó el muelle de Arguineguín en Gran Canaria, donde ha planteado las deportaciones como principal solución a la crisis migratoria, repatriaciones inmediatas como solución al bloqueo de migrantes en las islas: «Buena parte de las personas que están llegando son de Marruecos, por lo que es más fácil expulsarlos», afirmó el líder de la oposición.
Por su parte, el Gobierno Central se niega a que los inmigrantes sean enviados a otras zonas de la península ante la falta de infraestructuras en Canarias. A eso y la tensión que se vive actualmente en el muelle de Arguineguín se suma la nueva norma avalada por el Constitucional que permite de nuevo las ‘devoluciones en caliente’, una práctica que en su momento PSOE y Podemos habían denunciado cuando gobernaba el Partido Popular y que ahora usarán para devolver a los inmigrantes a los países de los puertos desde donde zarparon.
Con la pandemia, el turismo se ha reducido radicalmente y la economía de las islas se ha hundido, con un paro juvenil que ya roza el 40%. El descontento de los canarios por la situación actual sumada a la nueva crisis migratoria ha traído consigo una proliferación de comentarios racistas, en su mayoría en redes sociales; comentarios racistas en una comunidad, la canaria, que destaca precisamente por su tolerancia y hospitalidad. Una hospitalidad que sí se deja ver en la manifestada estas últimas semanas en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, donde han ofrecido una ayuda que muchas veces no les llega de las instituciones.
Por lo pronto, El Hierro, el punto más suroccidental de España, con doble coste de insularidad, en la ultraperiferia de la Unión Europea; donde su gente migró a América y que padece ahora el sinsabor de tener que acoger con apenas recursos a estos inmigrantes africanos, bien puede servir de referente para meditar y entender la trascendencia de esta nueva crisis que viven de nuevo las ‘Islas Afortunadas’.
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