La Casa Blanca ha dedicado esta semana a intentar poner orden en una crisis sanitaria que repunta y llamar a la población a que se vacune ante el apremiante peligro que supone la variante delta del coronavirus, cuya carga viral es hasta 1.200 veces mayor que las mutaciones anteriores. Nunca antes se había visto al presidente, Joe Biden, tan preocupado, implorando a sus conciudadanos que acudan a vacunarse, rogándoles responsabilidad para acabar con la pesadilla. “Estamos ante la pandemia de los no vacunados”, declaró el presidente en un discurso el jueves desde la Casa Blanca. Menos de la mitad de los ciudadanos estadounidenses tiene la pauta de vacunación completa (por comparar, en España ya se les ha administrado a casi el 57%). Quedan 90 millones de personas sin protección. Dentro del segmento de población a partir de los 65 años, el 90% de los norteamericanos tiene al menos inoculada una dosis y el 80% está totalmente vacunado. Pero las cifras caen cuando baja la edad: solo el 59% de quienes tienen más de 18 años se ha inyectado la dosis que requiere cada farmacéutica.
El presidente habló de “libertad”, referida a quienes ondean esta palabra como un derecho para no vacunarse. El mandatario fue muy explícito al decir que la libertad conlleva “responsabilidad” y que ser responsable se traduce en vacunarse. Ante esta crisis, la Administración de Joe Biden ha ordenado al Pentágono que examine cuándo añadirá las inyecciones contra la covid-19 a la lista de vacunas requeridas para los miembros de las Fuerzas Armadas y ha exhortado a los Capitolios estatales a que ofrezcan hasta un estímulo de 100 dólares (84 euros) para que la gente se anime a vacunarse. Además, se mantienen las fronteras del país cerradas al exterior y se ha vuelto a la recomendación —y hasta la imposición en algunos Estados— del uso de mascarillas en lugares cerrados, incluso para personas vacunadas.
La reacción de la oposición política ha sido tan feroz que el mandatario llegó a declarar en un discurso a mitad de semana que no se trataba de “Estados rojos [republicanos] o Estados azules [demócratas]”. “Se trata de la vida o la muerte”, proclamó el presidente. Desde el púlpito que le ofrece la Casa Blanca, glosó las virtudes de las vacunas con el objetivo de que la gente acuda a un lugar y reciba, de forma gratuita, su inyección. “No solo se trata de protegerse a uno mismo, sino de proteger a los demás”, añadió.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, retiró a su hijo de un campamento de verano en el que debía llevar mascarilla. “Los expertos han comunicado sus temores legítimos de que las mascarillas dañan más que protegen, ya que pueden tener un impacto negativo en el aprendizaje, en el habla y en la salud emocional y física” de los niños, explicó el republicano. Eso sucedió el jueves pasado, y durante los días siguientes, grupos de personas han quemado mascarillas en la calle como señal de protesta ante la nueva directiva de las autoridades sanitarias, que consideran que viola su libertad individual.
La tempestad social y política se escenificaba mientras que más del 70% del país lo conforman zonas donde hay “un alto” o “importante” riesgo de contagio. Alrededor del 97% de los pacientes hospitalizados con coronavirus no han sido vacunados, una cifra que da la medida de la necesidad de esta medida preventiva. El total de casos en EE UU asciende a más de 34 millones de personas, mientras que las muertes superan las 610.000.
Hospitales colapsados
Los medios de comunicación llevan jornadas informando de hospitales colapsados por falta de camas para niños, en ciudades como Baton Rouge (Luisiana). Según informó la cadena CNN, un facultativo del centro médico Our Lady of the Lake de esa ciudad aseguraba que ahora se ven más niños enfermos que al inicio de la pandemia, y mucho más graves. La directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés), Rochelle Walensky, hizo esta semana especial hincapié en la necesidad de tomar en serio el virus y la amenaza que supone para los más pequeños.
“Es un error decir que solo 400 de estas 600.000 muertes por covid-19 han sido en niños”, dijo Walensky, en la Comisión de Salud del Senado. “Se supone que los niños no deben morir. Por lo tanto, 400 es una gran cantidad”, continuó. Hasta el momento no se ha dado luz verde a ninguna vacuna de covid-19 para los menores de 12 años. Las compañías farmacéuticas Pfizer y Moderna siguen realizando ensayos clínicos, pero es probable que pasen meses hasta que esos niños puedan recibir una vacuna.
Cuando estaba a punto de concluir la semana laboral, el pasado jueves, un informe interno del CDC, al que tuvo acceso el diario The Washington Post, hacía sonar todas las alarmas al asegurar que la variante delta se expande con tanta facilidad como la varicela. Tras ese dato, el siguiente paso que debían tomar las autoridades sanitarias en la lucha contra el coronavirus era reconocer que “la guerra ha cambiado”.
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