En Manaos, la emergencia afecta tanto a los vivos como a los muertos. Los hospitales están colapsados y los ataúdes ya no caben en su mayor cementerio, por lo que los cuerpos intentan descansar ahora en fosas comunes: de un promedio de 20 a 35 entierros diarios se ha pasado a más de 100.
Por Infobae
Muy pocas camas y un equipamiento casi nulo para los casos graves, frigoríficos instalados en un hospital para suplir la falta de espacio para los cadáveres, trabajadores sanitarios con trajes blancos, máscaras y guantes trasladando cuerpos, y excavadoras abriendo trincheras en el cementerio. Estas imágenes se volvieron cotidianas en la capital del estado de Amazonas, uno de los más afectados en Brasil.
“Antes de esta epidemia, enterrábamos a 30 personas al día, en promedio. El lunes enterramos a 142, de los cuales el 28% murió en casa. Eso es casi un tercio. No sé si estas personas murieron porque se automedicaron, no tuvieron acceso a la atención médica o si pensaron que, como dijo el presidente, era sólo una pequeña gripe. Es un negocio siniestro, en realidad. Estamos viendo escenas de una películas de terror”, dijo el alcalde Arthur Virgílio Neto en una entrevista con Globo.
Brasil reportó el jueves 435 nuevas muertes por coronavirus y el total asciende a 5.901, el máximo en América Latina. Amazonas tiene la mayor tasa de incidencia en relación a su población, con 425 muertes confirmadas. No obstante, las autoridades creen que el número de decesos que puede atribuirse a la pandemia es mucho mayor.
“El Estado se encuentra extremadamente ausente”, denunció Luigi Fernandes, quien sufrió hace un par de semanas la muerte de su suegra, de 67 años, como consecuencia del COVID-19. Dijo que en el hospital en el que estuvo internada 8 días los rayos X no servían, solo contaban con un respirador y ellos mismos tenían que comprar los medicamentos.
Neto reconoce todas las carencias y culpa al gobierno federal por la falta de apoyo. “No he visto nada todavía. Esperamos ansiosamente la llegada de los aviones Hércules de las Fuerzas Armadas con equipos de protección, respiradores, monos y los suministros que necesitamos para atender a la gente. Estamos cortos de medicamentos (…) Estoy preocupado porque vi un video con el actual ministro de Salud (Nelson Teich), en el que habla de un dilema entre ayudar a un anciano o a un joven. Sigo preguntándome: ¿tendremos que ir a ese punto y darle al doctor el poder de Dios para elegir quién vive y quién muere?”, se preguntó el alcalde.
Una de las razones del desastre que atraviesa la ciudad es la baja adhesión a las pautas de distanciamiento social. Neto lo atribuye a factores culturales y políticos.
“Mi secretario de Obras camina por las afueras y oye a la gente decir que el COVID-19 es una enfermedad de los ricos, que no va a afectar a los pobres. Pero están viendo morir a la gente. Otro factor es que el presidente Jair Bolsonaro predica en contra de estas medidas. Dice que tenemos que salvar la economía, pero nunca he visto la economía salvada con gente enferma. La realidad es que yo he fracasado en relación con el distanciamiento social. He fallado tanto como el gobernador y todos los que están a favor del distanciamiento social. Fallamos peligrosamente. Por eso vamos a empezar una fuerte campaña mediática a finales de esta semana para intentar convencer a la gente de que acepte el aislamiento”, anticipó Neto en la entrevista.
“Si no cambia nada, recomendaré al gobernador que decrete la cuarentena, el llamado confinamiento. Cerrar la puerta. Realmente radicalizar. Vamos a salvar a la gente aunque no quieran ser salvados. Podrán juzgar si tomamos la acción correcta o no. Pero primero tienen que estar vivos”, afirmó.
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