Un tribunal de California condenó este viernes a Joseph DeAngelo, conocido como el “Golden State Killer”, a 11 cadenas perpetuas sin posibilidad de libertad condicional por 13 homicidios y 50 violaciones cometidos durante las décadas de 1970 y 1980.
La lectura del fallo tuvo lugar después de una serie de audiencias durante la semana, en la que víctimas que sobrevivieron a sus ataques lo enfrentaron cara a cara. Al finalizar los testimonios, y luego de que se leyeran cartas de sus familiares, el asesino serial pronunció un breve mensaje: “He escuchado todas sus declaraciones, cada una de ellas. A quienes he hecho daño, lo lamento de verdad”.
DeAngelo aceptó declararse culpable de los cargos para evitar una posible sentencia de muerte. En su declaración final, el juez de la causa, Michael Bowman dijo que no creía que el criminal “no mereciera la pena de muerte”, sino que aceptaron el acuerdo porque de lo contrario ese castigo “nunca hubiera tenido lugar”.
“No sé si los monstruos nacen o se crean a lo largo de la vida. Pero cuando una persona comete actos de ese nivel de monstruosidad deben ser encerrados para que no lo vuelvan a hacer”, expresó el magistrado antes de empezar la extensa lectura de cargos. En concreto, fue sentenciado a 11 cadenas perpetuas sin posibilidad de salir en libertad condicional, 15 cadenas perpetuas y ocho años adicionales.
La cantidad de víctimas presente en las audiencias fue tan grande que Bowman debió buscar una locación especialmente grande para sentenciar a DeAngelo. Lo hizo en el salón de la universidad estatal de Sacramento, de la cual el hombre se había graduado 50 años antes con un diploma en justicia criminal.
En concreto, el criminal confesó haber atacado a 87 víctimas en 53 escenas de crímenes en 11 condados de California. Muchas de ellas lo enfrentaron a lo largo de tres días de audiencias. “Monstruo”, “malvado” y “sin alma” fueron algunos de los términos usados para describir a DeAngelo, quien había logrado pasar más de 40 años prófugo hasta ser arrestado en abril de 2018.
Los detectives que investigaron a DeAngelo dijeron que planeó cuidadosamente sus ataques y que a menudo tenía una ruta de escape a través de un sendero o arroyo lejos de la escena del crimen, por lo que era difícil atraparlo. Por razones desconocidas, los crímenes brutales parecieron terminar abruptamente en 1986.
Otros apodos -además del principal- revelan la escalada y la amplitud geográfica de sus crímenes, dijeron los fiscales: el Saqueador de Visalia, presuntamente culpable de un centenar de robos y un asesinato en esa población rural del valle de San Joaquín; el Violador de la Zona del Este: el Acechante Nocturno Original. Y por último, el Asesino de California cuando los investigadores finalmente hallaron el vínculo entre los crímenes en buena parte del estado.
La búsqueda del asesino se enfrió rápidamente y permaneció así durante décadas antes de que los investigadores emplearan una técnica innovadora que utilizaba el ADN recuperado de la escena del crimen para encontrar parientes lejanos del asesino en una base de datos genética pública. Luego construyeron árboles genealógicos para encontrar un posible sospechoso en DeAngelo.
El asesino vivía tranquilamente en un suburbio de Sacramento (California) cuando los investigadores tomaron de un objeto su ADN y lograron de esa forma establecer que él era la persona que hace décadas buscaba la policía.
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