El jefe del Estado Mayor del Ejército de Burkina Faso, coronel David Kabre, pidió hoy una solución negociada a la crisis que vive el país desde el golpe de Estado de este viernes, perpetrado por militares que derrocaron a la junta castrense que dirigía la nación.
EFE
Militares encabezados por el capitán del Ejército Ibrahim Traoré (nuevo hombre fuerte del país) depusieron ayer al líder de la junta, teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, lo que parece haber derivado en una división en las Fuerzas Armadas.
Los sublevados volvieron a hoy tomar posiciones en la capital, Uagadugú, y acusaron a Damiba de «planear una contraofensiva» desde un cuartel militar de la ciudad, que también acoge soldados franceses de la misión antiterrorista Barkhane, liderada por Francia.
«Nuestro Ejército atraviesa actualmente una grave crisis político-militar que se superpone a la crisis de seguridad que afecta a nuestras poblaciones», afirmó el jefe del Estado Mayor en un comunicado.
«Tras una crisis interna dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales, algunas unidades tomaron el control de determinadas arterias de la ciudad de Uagadugú, solicitando mediante una declaración la salida del teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba», explicó Kabre.
«Esta tensión -agregó-, que no honra a la Fuerza Armada Nacional, no representa la posición de nuestra institución que es parte de una dinámica de cohesión y movilización de todas las fuerzas».
En este sentido, subrayó, se han realizado «consultas» desde este viernes con la «asistencia de todos los especialistas para acercar posiciones» y «estas consultas continúan».
El jefe del Estado Mayor instó a «todas las partes a mantener la calma y la moderación para dar oportunidad a una salida negociada de la crisis», pues «a nadie le interesa que la situación degenere».
En un mensaje dirigido anoche a la nación, los golpistas acusaron a Damiba de desviarse del ideal del Movimiento Patriótico de Salvaguarda y Restauración (MPSR), nombre de la junta que tomó el poder en el golpe del pasado 24 de enero, por no atajar la inseguridad causada por el terrorismo yihadista.
Los golpistas anunciaron la suspensión de la Constitución y de la Carta de Transición, decretaron la disolución del Gobierno y la Asamblea Legislativa de Transición, así como un toque de queda de las 21:00 hora local (misma GMT) a las 05:00 hora local.
Ordenaron, además, el cierre de las fronteras nacionales y la suspensión de toda actividad política y de la sociedad civil.
Burkina Faso sufre frecuentes atentados yihadistas desde abril de 2015, cometidos por grupos ligados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico, cuyas acciones afectan especialmente al norte del país.
En noviembre de 2021, un ataque contra un puesto de la Gendarmería causó 53 muertos -49 gendarmes y 4 civiles-, lo que generó un gran descontento social que se tradujo en fuertes protestas para exigir la dimisión del presidente burkinés, Roch Marc Christian Kaboré.
Unos meses después, el 24 de enero, los militares liderados por Damiba tomaron el poder en un golpe de Estado -el cuarto en África occidental desde agosto de 2020- y depusieron al presidente.
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