Saltar de una terraza a otra arriesgando su vida no es lo que ha llevado al calabozo a Alireza Japalaghy. Sí lo ha sido publicar una fotografía, en la que aparecía semidesnudo besando a una chica en lo alto de un edificio, y plantar cara a los agentes que le citaron en comisaría para dar explicaciones por su acción, susceptible de ser perseguida en la República Islámica iraní.
Por EL Mundo.es
La Policía iraní ha confirmado la detención y sus razones. «En los últimos días han circulado por el ciberespacio imágenes de un chico y una chica jóvenes mostrando un comportamiento inapropiado y no convencional durante la práctica deportiva (parkour), lo cual es un acto de diseminación de la inmoralidad. Ambos fueron arrestados por la Policía por órdenes de una autoridad judicial», cita la agencia Tasnim. «No fue por el deporte», enfatiza la noticia.
En la ciberesfera iraní, las imágenes habían causado mayormente furor. Alireza se había granjeado durante meses una comunidad de seguidores en Instagram gracias a sus impactantes vídeos, en los que aparecía saltando y realizando maniobras arriesgadas por entre los bloques de viviendas de los barrios ricos de Teherán.
Su fama traspasó las fronteras de Irán, y los límites de lo permisible en el país, cuando incluyó en sus imágenes a una chica. Ella, con el pelo descubierto y vestida con top y mallas cortas, aparecía besándose con él, sin camiseta, sentados en el borde de la terraza de un edificio, al atardecer. El chico compartió esta foto a través de Twitter, provocando rápidamente aplausos y el malestar de las autoridades.
https://twitter.com/AJapalaghy/status/1260185050391420928?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1260185050391420928%7Ctwgr%5E&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.elmundo.es%2Finternacional%2F2020%2F05%2F23%2F5ec8f9dcfc6c83c5068b461b.html
En Irán tradicionalmente se distingue entre la esfera privada y la pública. En esta última, especialmente, se obliga a mantener ciertas pautas de recato, a la cabeza de todas el uso de velo por parte de las mujeres. Incumpirlas en público puede equivaler a promocionar su contradición. Además, el Código Penal iraní, basado en la sharia o ley islámica, castiga con hasta 10 años de cárcel la «propagación en la red de la corrupción y la prostitución».
El 17 de mayo pasado, Japalghy publicó en su cuenta de Instagram que había recibido una llamada de las autoridades ordenándole acudir a comisaría a explicar sus acciones, y que no hacerlo significaría su arresto. «No tengo miedo. Si quieren arrestarme pueden venir aquí cuando quieran», añadió él en su publicación.
Este desafío en público, según Tasnim, se ha sumado a los motivos de su detención. Un día después, el hermano menor del chico anunció en Instagram el arresto del atleta. «No mostraron ninguna orden de detención, vinieron a nuestra casa y lo detuvieron. No ha hecho nada malo aparte de publicar vídeos de deporte, no lo entiendo», aseguraba. Posteriormente, la chica de las imágenes también fue detenida.
Muchos iraníes han expresado a través de las redes sociales su indignación por la fiscalización de la pareja. Algunos internautas se preguntan si, en un contexto duro de crisis económica debida tanto a las sanciones de los EEUU como a graves casos de corrupción, no es contraproducente perseguir judicialmente tamaños crímenes, pues pueden soliviantar a parte de la acuciada población.
En la red iraní tanto Twitter como Facebook están censurados. No lo está Instagram, una plataforma usada masivamente y que, recientemente, la Policía Cibernética ha advertido de que la considera una extensión del país. Y que, por lo tanto, las normas en ella deben ajustarse a las del mismo. Esta semana los agentes han informado del arresto de 320 personas por publicar fotografías sin el preceptivo velo.
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