“Dios mío, ayúdenme a hacer viral este video”, fue el grito desesperado de Francisco Larrañaga, como quien sabe que en Colombia las redes sociales se han convertido en la única arma de defensa que tiene la ciudadanía ante los excesos de la Fuerza Pública, en su automóvil yacía inerme el cuerpo de su pareja, Juliana Giraldo, una mujer trans a la que un soldado del Ejército le acababa de propinar un tiro en la cabeza, acabando con su vida.
“Mataron a Juliana, ese man (señalando a un militar) le pegó un tiro en la cabeza. Ayúdenme, por favor”, dice entre llanto y angustia Larrañaga en el video que indignó a todo el país.
Los hechos ocurrieron en la mañana del jueves 24 de septiembre en zona rural de Miranda, Cauca, cuando según versiones oficiales un vehículo blanco se rehusó a parar en un reten militar, lo que habría causado que los soldados abrieran fuego.
Las versiones son distintas entre las víctimas y los militares, los primeros afirman que ni siquiera se podía hablar de retén porque no había conos en la vía, ni una correcta señalización.
“Cuando llegamos al sector de Guatemala, 500 metros adelante, vimos que había Ejército en la carretera y como se me quedaron los papeles del vehículo en mi casa, dimos la vuelta para devolvernos”, manifestó Larrañaga a El Tiempo.
La pareja de Juliana afirmó que tras tratar de devolverse los militares aparecieron del monte al lado de la carretera y empezaron a disparar varias ráfagas. Las balas impactaron en el carro, en las llantas y una de ellas en la cabeza de Juliana.
“Cuando miré a mi pareja, estaba en el asiento del copiloto con la cabeza caída y sus sesos habían volado por todo lado”, afirmó.
En un video también compartido en redes otro de los pasajeros del vehículo reafirmó esta versión. Dijo que los soldados salieron del monte y les empezaron a decir que pararan, que ellos no tenían como determinar si efectivamente eran soldados pues no había señalización en la carretera.
Según este testigo hubo un intercambio de palabras entre Larrañaga, Juliana y los militares, pues estos insistían en detener el vehículo –»que paren gonorrea, que paren, repetían»- y los otros preguntaban quienes eran y por qué los estaban deteniendo.
“Cuando el man llega y se saca el fusil del lado, y ‘pa pa pa’, pega como tres tiros ahí, nosotros nos asustamos ‘uy como así’ y nos agachamos, cuando el man le empezó a tirar al carro y a las llantas”, dice el testigo, quien además afirma que uno de los disparos alcanzó a rozar la oreja.
“Y pum le pegó a la muchacha que iba delante mío, mire la sangre”, concluye.
De acuerdo a las víctimas ellos se dirigían a Corinto, también en el Cauca a comprar unos repuestos cuando sucedió el encuentro con los militares.
Por su parte, el general Marco Mayorga, comandante de la Tercera División del Ejército, entregó a la radio colombiana una versión que no coincide con la de quienes acompañaban a Juliana en el carro.
Según Mayorga el uniformado lanzó los disparos contra el piso, y uno de ellos rebotó e impactó a la mujer trans.
“Él dice que dispara contra el piso con el fin de impactar una llanta. De acuerdo con la versión, el proyectil pega contra el pavimento y se levanta e impacta la humanidad de Juliana Giraldo en un hecho supremamente desafortunado”, dijo el comandante.
De acuerdo con el general el caso muestra una actitud “irreflexiva” y violatoria de “todo los protocolos” por parte del uniformado que disparó, por lo cual fue suspendido y se inició la investigación pertinente.
Sin embargo, los testimonios que se siguen conociendo apuntan a que el actual del militar no solo habría sido imprudente sino que tras darse cuenta de que había matado a la mujer, trató de encubrir los hechos.
“La cagué, la cagué”, se escucha en uno de lo videos que dice el uniformado. Además, según otro de los testigos, el militar habría tratado de dispararse luego de ver la herida en la cabeza de Juliana, así mismo, afirmó que los otros militares que estaban con él recogieron algunos de los casquillos de las balas, alterando con eso la escena del crimen.
La ayuda a los civiles vino por parte del cabildo indígena cercano, quienes se desplazaron al lugar y lo acordonaron, impidiendo más abusos por parte de los uniformados.
“Nosotros no tenemos armas, no tenemos drogas ni antecedentes, trabajamos con alimentos. No es un vehículo que tenga algún problema, tampoco las personas que íbamos adentro de él. Nuestro ‘delito’ fue dar el giro en plena vía publica para que salieran del monte a dispararnos”, le dijo Larrañaga al diario colombiano.
Al lugar de los hechos se trasladó también la hermana de la mujer trans y en un video pidió al presidente Iván Duque que ayudara a traer a su madre, Gloria Díaz, quien se encuentra en España en un vuelo humanitario.
La madre de la mujer trans afirmó en declaraciones a medios nacionales que su hija había sido víctima constante de discriminación por parte de la policía y el Ejército por su identidad de género, situación que la tenía decidida a cambiar su cédula, la cual tenía su nombre de nacimiento: Carlos Julio Giraldo Díaz.
La Fiscalía colombiana dijo que en la investigación del caso de buscará esclarecer su la identidad de género de Juliana tiene motivó en algo su asesinato.
Indignación nacional
El crimen de Juliana Giraldo ocurrió tan solo un día después de que el presidente Iván Duque y el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, optaran por no acatar el fallo de la Corte Constitucional que los obligaba a pedir perdón a las víctimas de abuso por parte de militares y policías y a reformar la institución policial por incurrir en prácticas sistemáticas violatorias de los derechos humanos.
Dicha decisión fue impugnada por el Gobierno, que defendió la institución y dijo que estas conductas no eran sistemáticas.
Si bien los últimos hechos de abuso a civiles por parte de la Fuerza Pública se habían concentrado en la Policía, primero por el asesinato de Javier Ordóñez y después por el uso indiscriminado de armas de fuego en el control de las protestas del 9 de septiembre en Bogotá que dejaron 10 personas muertas y 70 más heridas; no es menos cierto que en el Ejército también han ocurrido recientemente casos gravísimos de violaciones a los derechos humanos, el más sonado fue la violación a una niña indígena de la etnia emberá por parte de 7 militares en Risaralda.
Por esto el caso de Juliana desató también una oleada de protestas que volvieron a producir enfrentamientos entre civiles y policías. El caso más destacado ocurrió en Cali, frente al Batallón Militar Pichincha, donde manifestantes se reunieron a protestar en rechazo al asesinato de la mujer trans de 35 años.
En medio del plantón, relata uno de los manifestantes, un policía en una moto civil habría tratado de pasar por la multitud, al ver que no podía hacerlo sacó una pistola y disparó contra quienes protestaban.
La reacción de la gente no se hizo esperar y una puñado de manifestantes empezó a rodear al uniformado, lo que llevó a otros policías a intervenir.
En otro video se ven los momentos posteriores al presunto disparo en los que manifestantes empujan al policía que queda arrinconado contra un vehículo, una mujer repite “no lo agredan” mientras trata de calmar a la gente que insiste en que el uniformado disparó su pistola. Al final del video una persona lanza una trompada que impacta en el casco del policía y lo hace caer al suelo, minuto antes, el uniformado había sacado nuevamente su pistola y amenazaba con usarla contra la gente que lo acorralaba.
Estos hechos demuestran que las tensiones en el país entre la Fuerza Pública y la ciudadanía siguen en aumento. Mientras, el Gobierno volvió a “rechazar” y “lamentar” los hechos ocurridos pero se rehúsa a apoyar reformas de fondo en las instituciones de la Policía y el Ejército como pide la ciudadanía y ordenó el Supremo.
A propósito, el caso de Juliana despertó también el interés del expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez quien trinó al respecto pese a estar en prisión preventiva por presunto soborno y manipulación a testigos.
Uribe no desaprovechó la oportunidad para poner el espejo retrovisor y acusar al predecesor de su pupilo Duque, Juan Manuel Santos, de causar una “inseguridad psicológica en muchos soldados y policías”, lo que “minó (la) moral de las Fuerzas Armadas” y afectó su “eficacia y transparencia”.
Pero el gran cuestionado en medio de los escándalos de la Fuerza Pública es el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien tiene a gran parte de la ciudadanía y de los sectores políticos independientes y de oposición exigiendo su renuncia ante el evidente deterioro de la seguridad nacional.
El ministro, por su parte, ha respondido de manera indelicada, y hoy, en un acto que se viralizó en redes y produjo gran rechazo, publicó un en Twitter un elogio a las Fuerzas Militares con el mensaje “¡Gloria al soldado!”.
Juliana Giraldo es la última víctima que muere a manos de un miembro de las Fuerzas Armadas colombianas en septiembre, un mes que va dejando un saldo de 15 personas muertas por disparos de oficiales, sumando casi la mitad de las 38 que se contabilizan en el 2020.
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