Haber cooperado, o recibido favores del régimen que encabezó primero Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro es como haber hecho un pacto con el diablo. Tarde o temprano hay que pagarlo. Esto explica muchas conductas de la política internacional, como por ejemplo el atolondrado intento del gobierno de España por negar primero y ahora pretender que se olvide el tema Venezuela porque “a nadie le importa”.
Pedro Benítez / ALnavío
Es difícil determinar en qué momento Venezuela dejó de importarle a nadie en España o viceversa. Son dos países que comparten muchos lazos culturales e históricos. Por poner un ejemplo, y sin ir muy lejos, los 300.000 ciudadanos españoles que se establecieron en Venezuela durante varias décadas del siglo XX, sin incluir los miles de canarios que entraron sin papeles, dejaron sembrada descendencia: hijos, nietos y bisnietos, muchos de los cuales ahora han hecho el mismo viaje de sus abuelos pero en sentido contrario, no en barco sino en avión.
Unos cuantos de esos españoles llegaron en ocasión de la Guerra Civil (1936-1939) porque pertenecían al bando de los perdedores, otros luego de 1945 huyendo del hambre, los piojos y la tuberculosis. Ese grupo fue una de las mejores migraciones que recibió aquella prometedora Venezuela. Muchos de esos gallegos, vascos, catalanes, madrileños y asturianos decidieron no regresar a su tierra, prefiriendo morir donde habían nacido sus hijos. Otra demostración de cómo cambian las circunstancias de la historia.
Por cierto, fueron las circunstancias políticas de la época las que llevaron al presidente Rómulo Betancourt en su primer gobierno a tener aquel gesto romántico de reconocer la República española en el exilio en 1946. 30 años después otro correligionario suyo, el también presidente Carlos Andrés Pérez, se comprometió firmemente con los socialdemócratas europeos para que el PSOE que lideraba Felipe González fuera la alternativa democrática en la época de la Transición.
Pero por supuesto, según la versión de la vicepresidenta primera Carmen Calvo, esos datos históricos no le importan a nadie. Probablemente tenga razón.
Lo que sí parece que le importa mucho al gobierno del cual forma parte es ocultar otras historias más recientes. Aquellas que involucran directamente a sus socios de gabinete que forman parte de Podemos y a la anterior administración del PSOE.
Por partes. A inicios de la segunda década de este siglo recaló en tierras venezolanas el profesor de Ciencias Políticas Juan Carlos Monedero en papel de asesor ideológico del expresidente Hugo Chávez. Por aquellos días éste estaba muy interesado en refinar ideológicamente su Socialismo del Siglo XXI. Pretendía hacerlo un producto de exportación. Ya sabemos, el viejo sueño universal socialista. Gracias a su capacidad retórica y el manejo del tema Monedero consiguió puerta franca en las oficinas presidenciales y pasó a ingresar al selecto grupo que incluía a Heinz Dieterich, Marta Harnecker e Ignacio Ramonet.
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