Matanzas como la del colegio de Uvalde son solo la punta del iceberg de un fenómeno estructural. En 2020 se compraron en el país casi 23 millones de armas de fuego.
Con menos del 5% de la población global, Estados Unidos posee el 46% de las armas de fuego existentes en el mundo. La abundancia de pistolas, rifles y demás unidades en circulación, que retroalimenta un gran mercado y la acción de poderosos grupos de presión política, está detrás de lo que la Casa Blanca califica de “epidemia”: la de la violencia armada, en ascenso en 2020 y 2021. Se trata de una sangría cotidiana. Sucesos como la matanza racista de Búfalo y la del colegio de Uvalde son solo la punta del iceberg de un fenómeno estructural cuya existencia alimenta también la polarización política.
Las ventas de armas aumentaron a un ritmo récord en 2020, un año marcado por la incertidumbre de la pandemia y las grandes protestas contra la violencia policial, cuando se cobraron casi 20.000 vidas sin contar los suicidios, según el centro Pew Research. Solo en 2020 se compraron casi 23 millones de armas, calcula Small Arms Analytics, una consultora de Carolina del Sur. El fácil acceso —se venden en grandes almacenes y por internet— es para los expertos la principal explicación del incremento de la violencia, además de la legislación permisiva de algunos Estados. A las armas de curso legal, fichadas, se suman las llamadas fantasmas, ensambladas a partir de piezas sueltas sin número de serie, a veces impresas en 3D y muy difíciles de rastrear. La comprobación de antecedentes del comprador difiere según los Estados, yendo de muy laxa a estricta, y en no pocos casos el tirador logra sortear su historial, como el de Búfalo, que había sido sometido a evaluación psiquiátrica un año antes y proferido amenazas públicamente.
— El negocio del sector resulta aún más redondo tras cada masacre. El 25 de mayo, un día después del tiroteo de Uvalde, las acciones del fabricante Ruger subieron un 5,8%, mientras que las de la histórica marca Smith & Wesson se dispararon un 10%.
La tasa promedio de muertes por armas de fuego en EE UU es 10 veces más alta que la de las otras 22 democracias más avanzadas. La tasa de suicidios por disparos es 8 veces mayor, y la de homicidios, 25. Pero entre los niños y los jóvenes, el impacto es aún más dramático. En 2020 los menores muertos a tiros superaron por primera vez a los fallecidos en accidentes de tráfico, hasta entonces principal causa de deceso en esa franja de edad. La tendencia se repitió en 2021, en ambos casos por la cantidad de jóvenes negros asesinados. Entre los menores de 19 años, los homicidios con resultado de muerte se producen a una ratio 37,5 veces superior que la de los países desarrollados. Entre los estudiantes de secundaria, la tasa sube a 82. Los datos, actualizados, pertenecen a la asociación Americans Against Gun Violence (americanos contra la violencia de las armas).
— Gun Violence Archive (archivo de la violencia de las armas) ha contabilizado desde 2014 34.500 niños muertos o heridos en tiroteos. Unos 6.500 tenían menos de 12 años. Desde 2019, más de 4.500 han sido asesinados a tiros, cifra equivalente a las muertes de estadounidenses en los 17 años de la guerra de Irak.
— La cifra de tiroteos en institutos de secundaria en 2022 alcanzaba los 22 la semana pasada.
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