Seis alumnos del colegio de la región de París en el que enseñaba el profesor Samuel Paty, decapitado en 2020 por un joven yihadista checheno, que eran menores en el momento de los hechos, se sientan en el banquillo de los acusados a partir de hoy por su implicación en este crimen terrorista que conmocionó Francia.
El juicio programado hasta el 8 de diciembre ante el Tribunal para Niños de París, que se celebra a puerta cerrada por la minoría de edad de los encausados, antecede a otro que se celebrará a finales de 2024 contra 8 mayores de edad también implicados en el caso.
En este segundo proceso, a diferencia del iniciado ahora, los acusados responderán de imputaciones de terrorismo.
La principal protagonista del actual proceso es la más joven de los seis, una adolescente que tenía 13 años aquel fatídico 16 de octubre de 2020 en que Paty fue asesinado a la salida del colegio de Bois d’Aulne en Conflans Saint Honorine, y que podría ser condenada a dos años y medio de cárcel si fuera declarada culpable del cargo de denuncia calumniosa.
Está acusada de haber desencadenado una mecánica infernal al mentir sobre el desarrollo de una clase del profesor de historia a la que no asistió, dedicada a las polémicas caricaturas del profeta Mahoma que ya habían estado en el origen del ataque yihadista contra la revista satírica Charlie Hebdo en enero de 2015.
Nueve días antes del atentado de octubre de 2020, la adolescente, que había sido sancionada por razones que nada tenían que ver con Paty, contó que en esa clase sobre la libertad de expresión y el significado del laicismo el docente había pedido a los alumnos musulmanes que salieran del aula mientras proyectaba las famosas caricaturas.
En realidad, el profesor únicamente había propuesto a los que pudieran sentirse ofendidos por esas imágenes publicadas por Charlie Hebdo que no miraran durante la proyección.
Pero el relato que la chica hizo a su padre, Brahim Chnina, uno de los que serán juzgados del 12 de noviembre al 20 de diciembre de 2024, condujo a éste a lanzar una campaña en las redes sociales contra Samuel Paty, para el que reclamó entre otras cosas su despido con ayuda de Abdelhakim Sefriouui, un activista islamista.
Una campaña que tuvo un eco particular en Abdoullakh Anzorov, un refugiado checheno de 18 años que vivía en la ciudad de Evreux, a 80 kilómetros de allí, y que estaba radicalizado por motivos religiosos.
El día del crimen, Anzorov fue hasta Conflans Sainte Honorine armado con cuchillos y en el exterior del colegio abordó a un alumno, al que prometió 300 euros si le ayudaba a identificar a Paty cuando saliera del centro.
El chico se lo contó a otros cuatro amigos a los que propuso compartir el dinero a cambio de señalar al profesor al joven checheno que, según su versión, tenía intención de filmarlo “pidiendo perdón por la caricatura del profeta”.
Los cinco menores describieron a Paty y pasaron un par de horas vigilando hasta indicarle quién era a Anzorov, que les pagó y minutos más tarde lo asesinó a cuchilladas antes de decapitarlo.
Están procesados por cuatro cargos y se exponen a penas de hasta dos años y medio de cárcel.
El yihadista murió poco después por los tiros de la policía, advertida del ataque terrorista. EFE
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